31.1.06

CAIPIRINHA



Dícese del cóctel brasileño que calienta noches de lunes nevadas colgando chispas en los ojos y caldeando el aire a base de risas atropelladas cuando hablan del devenir del tiempo las sirenas y los humanos apropiado para despertar la pasión de los más adormilados puesto que le cierra las puertas de la cabeza a Morfeo con cada sorbo del elixir o con cada chupeteo inocente a los trocitos de limón y que hoy ni los sobres de Neobrufen 1 gramo tomados de dos en dos pueden borrar esa huella que deja en forma de tremendo dolor de cabeza
(sin signos de puntuación)

CELEBRACIONES AFRODISÍACAS DE CUMPLEAÑOS A DOMICILIO
DEJAR RAZÓN PARA LA RIZOS

¡ FELICIDADES TERREMOTO!
ES MUY DIFÍCIL SEGUIRTE EL RITMO PERO QUIERO BEBERME EL PRÓXIMO AÑO CONTIGO


Ingredientes:
- 1 limón en rejilla (cortado en rodajitas o gajitos finos). - 1 1/2 cucharadita de azúcar. - 1 1/2 onza de cachaza (aguardiente de caña brasileño). - Hielo.
Preparación:
El limón se corta en gajitos sin quitarle la cáscara, y luego se deja reposar con el azúcar en un vaso. Posteriormente, se macera y se machaca para que el azúcar y el limón se incorporen. Se agrega el hielo, se vuelve a machacar bien y se agrega el cachaza o cualquier licor de caña. Se revuelve y se sirve en un vaso old fashion (de 5 a 8 onzas). El grado de alcohol de esta bebida es medio, y se prepara directamente en un vaso.

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29.1.06

GUERREROS DE LA LUZ 3


El guerrero de la luz recuerda un fragmento de John Bunyan:
"Aun cuando haya pasado por todo lo que pasé, no me arrepiento de los problemas en que me metí, porque fueron ellos los que me condujeron hasta donde deseé llegar. Ahora, todo lo que tengo es esta espada, y la entrego a cualquiera que desee seguir su peregrinación. Llevo conmigo las marcas y las cicatrices de los combates; ellas son testimonio de lo que viví y recompensas de lo que conquisté.
Son estas marcas y cicatrices queridas las que me abrirán las puertas del Paraíso. Hubo una época en la que viví escuchando historias de hazañas. Hubo otras épocas en que viví simplemente porque necesitaba vivir. Pero ahora vivo porque soy un guerrero y porque quiero un día estar en la compañía de Aquel por quien tanto luché".


El guerrero de la luz a veces actúa como el agua, y fluye entre los obstáculos que encuentra.En ciertos momentos, resistir significa ser destruido; entonces, él de adapta a las circunstancias. Acepta sin protestar que las piedras del camino tracen su rumbo a través de las montañas.
En esto reside la fuerza el agua; jamás puede ser quebrada por un martillo, ni herida por un cuchillo. La más poderosa espada del mundo es incapaz de dejar una cicatriz sobre sus superficie.
El agua de un río se adapta al camino más factible, sin olvidar su objetivo: el mar. Frágil en su nacimiento, lentamente va adquiriendo la fuerza de los otros ríos que encuentra. Y a partir de un determinado momento, su poder es total.

Paulo Coelho

25.1.06

ENVOLVIENDO CON OLAS TU REGALO

Se está bien aquí, descansando entre agua caliente, burbujeante, los ojos cerrados y Café del Mar volumen 4 de fondo, descansando del placer hasta el agotamiento que hemos tenido hasta hace un rato. Porque me agotaste. Sonrío pensando esto, que me has agotado, que he tenido que decirte basta.
Abro los ojos aspirando este aroma de romero que nos envuelve con sus vapores y te veo frente a mí, a mi izquierda, con los ojos cerrados, con mil burbujas rodeando tu cuello y con tu brazo izquierdo junto a mis pies … vuelvo a sonreír, porque esto es lo más parecido a la satisfacción hecha realidad, esta gran bañera que encontramos en Internet, dentro de esa habitación en la que tuvimos horas y horas de embriagadores roces continuos incluso antes de entrar en ella, frente a esa chimenea, en esa cama con dosel, en esa mullida alfombra de pelo largo y hasta en la hamaca … y en esta bañera, sí, la misma que ahora nos recoge a ambos lamiendo nuestros cuerpos con sus espumas burbujeantes continuas.
Recuerdo como me acariciabas hace un rato, no más, y ahora es el agua quien me acaricia. Deslizo mis nalgas y con ellas mi espalda un poco más dentro del agua, sumergiéndome casi por entero, entonces un chorro tropieza con mi entrepierna y me pilla de sorpresa, de forma automática mis nalgas huyen alejándose de aquel chorro bañera arriba, abriendo los ojos de nuevo ... sigues ahí, calmado, relajado, con esos ojos negros que me vuelven loca, cerrados.
Entonces, decidida y lentamente, vuelvo a descender en busca de ese chorro cosquilleante, abrigada por el agua que me acaricia el cuerpo casi casi como tú cuando, después de desatarte (hay que ver cómo me gustó verte así, atado), me hiciste un traje de saliva vistiendo mi cuerpo con un precioso desnudo. Empiezo a perder la paz, empiezo a perder la calma que me daba este cálido baño, empiezo a sentir como se prenden unas ascuas entre mis piernas como sólo tú las enciendes. Sube por mis entrañas un ardor que debe ser gaseoso porque se expande por dentro, acercándose a la piel, que, fronteriza, lo contiene.
Me lo has pedido tú, pero te digo que no sé hacerlo contigo a mi lado, que teniéndote cerca sólo puedo desear que toques tú, que me hagas gozar tú, que no siento nada sola si te tengo a ti cerca. Me has pedido verme buscando mi propio placer sólo para tus ojos, quieres ver cómo me acaricio, dónde me toco, cómo se mueve mi cuerpo sin el tuyo limitándole el movimiento, pero mi cuerpo no siente nada con mi propia piel, te digo, si la tuya está cerca la mía sólo entiende su lenguaje, el de nadie más, no escucha a mis dedos ni a mis manos, ensordece en cuanto tú apareces.
Te toco con un pie, abres los ojos, me miras. Y lo sabes. Porque lees en mis ojos, tienes el alfabeto con el que hablan en tu poder y sabes que el fuego me está desbordando. No te he dado nunca ese deseo de verme disfrutando sola, pero porque no sé hacerlo, insisto, cuando tengo tu piel a mi alcance, cuando sé que puedo tocar el cielo con tu cuerpo dentro de mi cuerpo, mis caricias se quedan mudas, no son capaces de hacerme sentir nada porque son modestas y se retiran ante ti, no escriben nada sobre mi piel porque nunca lo harán como lo haces tú. Y tú lo has pedido más de una vez, aún hoy, y no he podido dártelo nunca, es duro aunque no lo creas no poder darte lo que pides, porque a ti no quiero negarte nada, porque haría lo que fuera por ver el deseo pintando tus ojos y el ansia tensando tus músculos, por precipitar tu sangre atropelladamente por tus venas.
Me miras y lees que está acelerándose el pulso de mi sangre, la fiebre que sonroja mis mejillas te recuerda al comienzo del placer en mis carnes. Sonríes mientras abro las piernas que no ves, porque la espuma blanca que cubre nuestros cuerpos esconde mi pudor. Te brillan los ojos como nunca mientras enardece mi entrepierna, y mis muslos se caldean más que el agua, y el aire de mis huecos empieza a tomar vida propia intentando salirse por mi boca dentro de un largo suspiro. Me estremezco entera y conmigo todas las burbujas al tiempo, porque mi cuerpo busca con cierta desazón ese tililar fluído entre mis piernas, doblo el lomo y se mueven ese manto efervescente que protege de nuestras miradas lo que los dos sabemos que está pasando.
Al incorporarme para con mi mano atraerte hacia mí, mis pechos quedan por encima de la espuma, notan el cambio de temperatura y se endurecen rápidamente, alentados también por aquella corriente de agua que me lame delicadamente donde no hace mucho rato lamías tú. Pensar esto me azora pero me altera aún más, y tú que lo sabes casi al mismo tiempo que yo, porque lo lees en mis ojos mientras yo lo siento, te incorporas negándome con la cabeza tu cercanía como yo la pretendo, esbozándose en tus labios una sonrisa que ve cómo su deseo puede hacerse realidad. No, hazme ese regalo, dices declinando la oferta de mis brazos abiertos, de mis pechos ofrecidos. Pero te quedas a mi vera, junto a mis caderas, sabiendo que se mueven solas, escuchando atentamente lo que te cuentan mis ojos sobre el deseo que me atraviesa ya hasta la cabeza, y sobre lo mucho que prefiero tus manos sobre mi cuerpo.
La verdad es que estoy excitada sintiendo el agua rozar mi piel de esta manera, quizás tenga vida propia ese burbujeo en mis flancos o el que, rebotando suavemente en mi nuca, eriza todo la piel de mi cuello, porque me está abrasando ya por dentro la codicia de ti que me crea este chorro de agua viva, que me palpa mientras tú me miras, a ratos fuerte, a ratos lento, en los labios henchidos que esconden mis piernas.
Estás deseando tocarme, lo sé, y aún así, no lo haces. Te estás muriendo por hundirte entre mis pliegues, sí, y no lo vas a hacer. Me miras sentado junto a mi costado, y a duras penas puedo implorarte Ven, por favor pero sigues diciéndome no con tu cabeza, mientras acercas la mano que te tendí y que te atrajo al menos a mitad del camino, a mi pecho, bajo la espuma, acariciándolo con mis propios dedos suavemente. Se quiebra la luz en tus ojos, te lo juro, cuando lees en los míos que ya no hay ronroneo en mis entrañas, que me laceran esas caricias, que efectivamente siento lo que pretenden mis dedos, aun estando tú junto a mí. Continúas guiando mis manos, eres tú quien me ocupa entera a través de ellas, quien recorre mi cintura y mi vientre, quien las conduce hacia mis pechos, quien los recoge con ambas manos y los eleva haciendo asomar las puntas de mis pezones entre la espuma. Te rompes en dos en el instante en que, con mis dedos, los mueves lentamente, tú te quedas ahí, a mi lado, pero todo el aire de tus adentros se te escapa como una exhalación al tiempo que un escalofrío te cruza por entero.
Un segundo de control quizás me hizo temblar como tiemblo cuando sabes que me turbo o me inquieto, fue un leve parpadeo en el deseo, un intento fugaz de apagarse, un tiritar desazonado quizás porque temía no poder satisfacer tus anhelos … y me suplicaste, arrodillando los ojos, que siguiera, sigue sola sirena … Seguí sola porque me lo pediste, porque me quemaba dentro el deseo, porque verte ansiando ávidamente me emborracha como no te puedas imaginar de golpe, sin miramientos, y ahora estás así, hambriento, esperando tu regalo al completo, totalmente invadido por el deseo contenido que te agita la respiración y enturbia la mirada, hasta puedo saber la dureza que tienes entre las piernas y que me escondes entre estas aguas que, en tu nombre, me recorren entera por fuera y por dentro, mientras siento que me arrebatan esos remolinos burbujeantes que me acarician, que me alborota ese chorro del que quiero más, que me lleva a los infiernos el agua que abraza mis caderas, que se adueña de mí surcándome la piel con unas uñas que ha sacado desde que me enseña sus deseos de penetrarme, de comerme, de beberme entera, por fuera, y también por dentro.
Te miro, quiero mirarte, quiero irme de viaje al Vértigo contigo, siento que se acerca, que me toma de la mano y me lleva lejos y quiero llevarte grabado en mi retina, y ver la satisfacción saciada de haber obtenido tu regalo en tus ojos cuando me veas reventar de placer, sola. Se me cierran los ojos y no quiero, el calor que me rozaba y me roza entre las piernas ha encontrado una salida por mis ojos, lo ves asomarse, pero mi cuerpo no quiere que se escape, por eso los cierra, no, no quiero cerrarlos, quiero verte recibiendo tu regalo, lo quiero mientras deseo irme, y lucho por hacerlo con los ojos abiertos mientras gimo a tu lado sin pudor ya, mezclando mis jadeos con esa música del mar que suena y a través de mis oídos me penetra dentro, retumbando a su compás todas las burbujas y torrentes de agua que han decidido que me llevarán con ellas sin ti.
Y se agitan las aguas que nos abrazan de forma brusca, violenta, ya no es sólo el burbujeo del jacuzzi, no, soy yo que me convulsiono, que contraigo mi cuerpo y te abrazo a través de esa agua agitada que choca con tu cuerpo sorpresivamente, acaricio tus muslos y tus caderas y tus nalgas a través de estas olas que estoy levantando con el agua caliente que se revuelve al mismo ritmo que yo, rozo tu pecho cuando la espuma salta sobre las olas y se ciñe a él, hasta beso tus ojos cuando les salpican las gotas escupidas por esta agua agitada, lamo tus ingles con cada embestida que te lanza este cálido mar en que nos encontramos que plagia todos mis movimientos, te invado cada vez que el agua que imita mis espasmos y hasta mis jadeos intenta adueñarse de ti, no puedo evitar que mis ojos se cierren ya para ver mejor todos esos fogonazos que se prenden cruelmente una y otra vez hasta en mi estómago incendiando la oscuridad que no pretendo, llagándome por dentro y doliéndome en cada jadeo, porque duele, sí, el placer me desgarra y duele, ha sido difícil conseguirlo para ti, y duele no tenerte dentro.
Tus labios pasean por mi frente con dulzura mientras colmas mi urgencia de ti de una sola vez, irrumpes dentro de mí llenándome por completo, ocupando todo mi vacío satisfecho, febril aún. Abrazada a ti, latiéndote aún los últimos estertores de este aún candente regalo tuyo, me envuelves con tu cuerpo porque aún me estremezco, porque sabes que no quiero nada más que tenerte quieto, muy dentro.

©Glauka-2006 Envolviendo con olas tu regalo

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23.1.06

A SOLAS SIN TI

Posas un pie en el tren
y todo se acabó.
No pasa nada.
Tú no estás
y no debería pasar nada.
Sin embargo reina un silencio
que vibra, anhela y desea.
El aire huele a tí,
la noche suena a ti,
el sueño, eterno y ansioso,
sabe a ti.
El nervio se mastica la paz
que pelea por sobrevivir,
rugen y gritan ambos
por apoderarse de mi sed.
Exaltados
combaten por ganar,
con un beso,
un terreno que gobernar.
Acompañan mi soledad
a voces,
a oscuras,
a risas,
a silencios.
¡Basta!
A solas –más a solas que nunca-
grité: ¡Basta!
Abandonada en brazos de la angustia
sollocé: basta.
Pero entonces volverás tú,
me traerás una sonrisa
envuelta en celofán
y yo posaré un pie en el cielo.
Ignorante de mis batallas
sembrarás un beso
-siempre con sabor a rosa,
siempre con aroma de beso-
en mis labios.
Y has de saber,
amor,
que no importará
cuando de nuevo desaparezcas,
volver a los rutinarios
gritos, voces o silencios,
desesperadas dudas.
Porque no sé
si algún día
dejarás de regresar
para regalarme una mirada.

Glauka

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21.1.06

CUANDO SABES QUE ESTÁS SOLO

Quería escribir algo, y resulta que ya estaba escrito, otro bloguero me dio el trabajo hecho, y con su consentimiento, lo comparto con vosotros: (http://mirandoaldesierto.blogspot.com), ”Probablemente (disculpa el tonillo indulgente y pedagógico, pero a pesar de tu edad te imagino muy joven, mucho más joven que yo, pienso que los padres tenemos la edad de nuestros hijos y te imagino, con tu hija de dos años, en mis veintiocho) no sabes lo que es la soledad. Yo no lo supe hasta que no tuve treinta y cinco años, cuando me separé. Con la soledad sucede como con los accidentes: sabes que pasan pero nunca piensas que te puede tocar a ti, porque tú eres un buen conductor. Y cuando te toca te das cuenta de lo estúpido que fuiste por pensar que las estadísticas ésas no iban contigo. Meses después de separarme caí en la cuenta de que nunca, en toda mi vida, había vivido solo. Y tardé meses en darme cuenta porque en un principio resultó agradable: mis propios espacios, hacer la compra, mis propias comidas, mis propios horarios.... pero, con los meses, vas experimentando lo que son las madrugadas opacas, las mañanas frías, los desayunos vacíos, las comidas sentado frente a la pared de la cocina, las veladas en silencio, las noches en las que el único cariño que encuentras es el del edredón y la almohada. Sólo no deja de estar quien está en compañía, sino quien consigue salir de sí mismo. Hay quien vive en pareja y no consigue salir de sí y está solo, pero ¿cómo salir de uno mismo si se vive solo? Nadie que viva solo vive en ninguna parte, salvo dentro de uno mismo: llegar a una casa vacía, día tras día, mes a mes, te hace darte cuenta de que nada cambia cuando se cruza la puerta, soledad dentro y soledad fuera. Ninguna vida tiene sentido si se vive para sí, todo el mundo tiene que vivir para algo o para alguien. Incluso los que viven en soledad, como los monjes o los presidiarios, agradecen y necesitan unos horarios y una disciplina diaria que no les haga absolutamente libres para vivir su tiempo sólo para sí mismos y que les dé la sensación de que "algo" está por encima de ellos, algo a lo que entregarse mínimamente, algo que trascienda. Fue en aquella época cuando dejé de vivir con televisión y con radio, la tentación de llegar a casa y poner la tele de fondo, cualquier cosa, para escuchar voces, era muy fuerte, te encontrabas viendo cualquier tontería. Establecer rutinas, comidas a horas fijas, cocinar, compras, limpiezas, porque es demasiado fácil dejar de cocinar, dejar de hacer la compra, dejar de ordenar la casa. Hablar con la gente: muchos de mis días consisten en ir del trabajo a casa y de casa a los críos y de los críos a casa. Hay que aprovechar cualquier oportunidad para entablar conversación con quien sea. Llego por la noche a casa y ya está: no hay novedad, no hay nada que no estuviera en mi vida ya esa misma mañana, o el día anterior, o que no vaya a estar al día siguiente. Nadie para compartir, nadie para enriquecer o enriquecerte. Ha habido muy buenos momentos en estos años, éxitos profesionales y de otro tipo, ¿te imaginas lo que es no tener a nadie con quien celebrarlo, llegar a una casa vacía? Quien vive en compañía, si está mal acompañado, vive la vida de la otra persona. Quizás sea mejor la soledad a eso, quizás la soledad sea menos dolorosa. En mi caso, no es dolorosa. Simplemente, no es nada. Quien vive una vida como la mía, en soledad, no vive.Es difícil que lo comprendas: tú seguro que agradecerías tener unos días para ti misma. Sólo quien lo ha vivido semana a semana, mes a mes, año a año, puede saber de lo que estoy hablando. No te estoy hablando ya de la soledad de quien no tiene a nadie que le quiera: te estoy hablando de la vida en tonos mate, del silencio, del vacío, del no recibir una mirada, una caricia, o un abrazo, durante semanas, meses, años. Te estoy hablando de la incomunicación. De cuando todo lo que te rodea se vuelve impenetrable y tú, poco a poco, te vas dando cuenta de que tú también te estás volviendo impenetrable. Te estoy hablando de la soledad.No es, como te digo, una soledad dolorosa, como la soledad del que acaba de ser abandonado. Claro que echo de menos algún tiempo pasado en el que, por poco tiempo, me sentí o me creí querido, pero hace ya mucho tiempo de todo aquello, y el tiempo me ha curado las heridas que me causó el desamor. Ya soy insensible a la angustia de la nostalgia. Lo mío no es nada particular: soy uno de tantos, de esa masa silenciosa y desconocida de personas que andan solas por la calle, que viven solas en los bloques de viviendas, que saludan amablemente a los vecinos sin que nadie sepa dónde trabajan y qué hacen en su tiempo libre y, lo que es peor, sin que nadie se lo pregunte. Probablemente ellos, como yo, tampoco estuvieron siempre solos. Nadie ha estado siempre solo. Y, como te decía al principio de la carta, nadie piensa que le pueda suceder a él... pero sucede. En mi caso, fui padre muy joven, y eso hizo que mi vida y mis ambientes cambiaran radicalmente. Luego vinieron varios cambios de ciudad, el trabajo en donde ya te dije que "no encajo", la separación y el reparto de los amigos comunes... un día te das cuenta de que estás solo y de que las cosas ya no son como cuando eras estudiante, que conocías a gente nueva prácticamente todos los días: no, la gente de tu edad ya no vive así, trabajan muchas horas al día y vuelven a sus casas, con sus familias (como tú hacías cuando tenías la tuya). Los grupos de amigos "de toda la vida" ya están hechos. No van de bares, no van de visita a los pisos de otros estudiantes, no quedan a tomar café a cualquier hora: tienen hijos pequeños (los tuyos ya son mayores) y sólo salen en parejas, a cenar, cuando pueden dejan a los hijos con los abuelos. Y te encuentras con que tú eres aquel vecino que recuerdas de tu niñez, aquel que vivía solo y que nunca habías entendido por qué le gustaba vivir así: ahora sabes que no le gustaba, sólo que las cosas pasan, y le había pasado a él, se había quedado fuera de juego, y ahora te pasa a ti.Mi última relación terminó hace algo más de dos años. Después de mi separación tuve tres relaciones más o menos serias (de varios meses cada una), y otras esporádicas. La última fue la que terminó en el episodo que narré en el "post" de la estación de Atocha. Aquello me dejó unas profundas heridas, que tardé más de un año en cerrar: me encerré en casa y me negué a cualquier tipo de relación con el mundo exterior, tenía demasiado que curar. En ese tiempo aprendí a aceptar la realidad de la vida cuando ya no eres joven. Sólo los idiotas y los adolescentes se deprimen por no conseguir lo que quieren. Sólo los niños se enrabietan. Pero cuando eres adulto sabes que sólo tienes una vida y que tienes que vivir la que te ha tocado, y que tienes que tejer el cesto con los mimbres que te quedan, no con los que has perdido. Y los que me quedan son poquísimos. Es cierto que debe de haber por ahí mujeres excepcionales, pero lo cierto es que la probabilidad de que no tengan ya pareja es muy escasa. Y, si queda alguna que no tenga pareja, la probabilidad de que nos lleguemos a conocer es mínima, prácticamente nula. La realidad de mi vida es que es muy, muy probable, no porque lo haya merecido ni porque sea yo mejor o peor que nadie, sino porque he perdido el tren, que me quede solo el resto de mi vida. Y el resto de mi vida puede ser mucho tiempo: cuando pienso que quizás me queden treinta o cuarenta años por delante, y que en todos esos años probablemente nadie me abrazará otra vez, nadie me acariciará, nadie me preguntará qué tal estoy, comeré durante años mirando la pared de la cocina, haré solo la compra, no hablaré con nadie en casa... me da algo de vértigo, sí. Pero es absolutamente posible, y muy probable, que eso suceda. No me da miedo el futuro: sólo tiene miedo de que llegue el futuro aquel que vive una vida vacía y teme que llegue el día en que se dé cuenta y sea ya demasiado tarde. Y mi vida no está tan vacía, gracias a mis hijos, y he aceptado el vacío que ya hay, no llegará el día en que me dé cuenta de lo que he perdido, porque ya lo sé ahora. Yo he aprendido a ser feliz en soledad. Ahora. Y también he aprendido que es muy, muy poco probable que pueda encontrar una compañera de camino para el resto de mi vida. Pero también es cierto que, si bien estoy ahora bien como estoy, me quedan muchos años de vida y... quizás no puedo dejar pasar ningún tren más. Tengo que estar con los ojos muy abiertos para no dejar que el siguiente tren, si es que pasa alguno, pase de largo.Por eso, como te decía al principio de esta carta, no tengo ahora unas ganas más o menos desesperadas de encontrar pareja. Pero no me puedo permitir pensar que no quiero, o no necesito, encontrar pareja. Dos años de soledad me han hecho vivir la vida de otra manera. Treinta años de soledad...”

Un beso Nicolás, gracias por compartir las lágrimas que no salen por los ojos, esas que se quedan arañándote por dentro.

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20.1.06

PROTESTO

Protesto.
Sí, protesto porque cuando estamos juntos
revolotean mariposas
que me inundan la boca de risas,
y pintan con oro los besos
que nos damos,
incluso los que no nos damos.
Protesto.
¡Que sí, que protesto!
Porque el amarillo es más amarillo,
y la impaciencia una estrella
que guiña y bizquea.
Y el viento regala sueños como cuentos
al respirar en los oídos
ilusiones locas
que querían salirse por los ojos.
Protesto otra vez.
Porque brota a borbotones la alegría
en nuestras manos como en surtidor,
y nadamos entre olas de alborozo
que arrastran las almas
muy dentro del calor,
y no puede parar el movimiento
de la luna en sus ojos.
Protesto, sí.
¿No lo entendéis?
Cuando él se va … ¡se va todo!
Y entonces ya sé lo que es gozar
en morado o en carmín,
y reír con los pies
o tocar el aire desde los huesos.
¡Se va y se lo lleva todo!
Y sólo me queda un interminable vacío,
un recuerdo o un sueño,
una esperanza de azúcar
de que las nubes vuelvan a ser
como mentiras
que, juntos, no nos asustan.

Glauka

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18.1.06

MUJERES TRABAJADORES DE SEGUNDA (III)

AQUÍ ESTOY DE NUEVO, DISPUESTA A DAR OTRA VEZ EL TOSTÓN A QUIEN SE DEJE, CLARO. HOY VOY A PLANTEAR EL TEMA AL REVÉS:
Decía Elisabeth Badinter en "El uno es el otro" que desde el homo sapiens existían históricamente dos actividades que parecían ser exclusivas respectivamente del hombre y de la mujer: la guerra y la caza son masculinas y la maternidad es femenina. Pero al tiempo que la consideración de la guerra se modifica, crece también el interés de "los nuevos padres" por asumir su responsabilidad directa sobre los hijos. Hace tan solo veinticinco años, los padres constituían una especie casi inexistente. Hoy nos cuestionamos las supuestas diferencias entre la madre y el padre en cuanto a la capacidad de ocuparse de sus hijos. Afortunadamente para ellos, muchos hombres se acercan al antiguo concepto de maternidad, disfrutando en consecuencia del placer de criar a los hijos, de jugar con ellos, de ser alguien en la vida de sus hijos y no sólo ese señor que aparece de vez en cuando (a partir de los tres años de vida, por supuesto) cuya única función era amedrentar o castigar. Los hombres han descubierto que ser "madre" también aportaba placeres y disfrutes, y están tomando aquello que por derecho les pertenecía, y que habían dejado a un lado. Naturalmente que quedan algunos especimenes que consideran esto una "crisis de la virilidad", y una gradual pérdida de identidad de la mujer, pero son los menos y hoy avanzamos hacia una sociedad más abierta e igualitaria en la que la equidad de los géneros, sin duda, exigirá debates y reflexión. En ocasiones, los ajustes surgirán de modo espontáneo, sobre todo en el ámbito íntimo donde las nuevas generaciones llegarán a pactos privados que modifiquen los antiguos roles por gastados e ineficaces. No obstante, los sistemas democráticos tendrán que establecer, como ya se ha hecho en muchos países europeos con las cuotas paritarias de participación política, discriminaciones positivas allí donde sean necesarias, para acabar de una vez por todas con esa larga historia de las mujeres como ciudadanas de segunda categoría y para mejorar los equilibrios de participación de las mujeres en la sociedad. Las mujeres en este fin de siglo estaban sobrecargadas de roles. Es el precio que ha habido que pagar. La incorporación al trabajo fuera de casa de las mujeres no ha conllevado, en la mayoría de los casos, la distribución equitativa entre hombres y mujeres del cuidado de los hijos y de las tareas domésticas. Las mujeres se convierten en estrategas y resisten unas jornadas laborales que se prolongan en el hogar, con una serie de responsabilidades cotidianas que parecen incidir únicamente sobre ellas. A la "superwoman" no le queda más remedio que erigirse en profesional eficaz, madre perfecta, dueña de casa impecable, compañera sexual siempre disponible y encendedor de la puesta en marcha la vida doméstica, para atender a los familiares ancianos y niños.(Ya hay escrito sobre esto). Pero tendremos que exigir a los hombres que sean capaces de exigir para ellos lo que les pertenece: su responsabilidad en todo esto, porque, junto con las obligaciones, van los derechos, junto a los cansancios, van las satisfacciones, y tienen derecho a no ser considerados unos inútiles en según que tareas, y tienen derecho a disfrutar de la sonrisa de su hijo cuando deja de llorar tras una regañina, por ejemplo, o de la tranquilidad que sigue al desasosiego que te lleva al médico con el pequeño o la pequeña.A la mujer la maternidad la acerca al mundo animal, al mundo de la reproducción, provocando en su cuerpo cambios físicos, hormonales .... que alejan sus comportamientos de su voluntad, y la aproximan al mundo de los instintos animales; en cambio al hombre la paternidad, entendida como algo más que un hecho meramente biológico, los aleja del mundo animal y lo humaniza. Hay una intervención de su voluntad, de la intención, en la paternidad, que le hace más hombre y menos animal. Quizás sea el siguiente paso en la evolución, recordemos que la evolución humana supone, en cada uno de los pasos que se han dado, un grado más de voluntarismo, de raciocinio. Creo que sí, que hace falta ese nuevo paso en la evolución, y que está en las manos de todos darlo.

Glauka

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15.1.06

IM PRE SIO NAN TE

¡Dios, pero que tío!
IM PRE SIO NAN TE.
Intento disimular y vestir de normalidad la conversación que mantengo a duras penas con el pedazo tío que tengo al lado, un metro noventa de carne morena (que sí, que me ha dado tiempo a fijarme en esa piel canela que cubre su cuello) con unos abrazos, perdón, quise decir brazos, que ya no sé ni en lo que estoy pensando … uffff, cañonazo de tío, siento ser tan poco descriptiva en esta ocasión, pero es que no me da más que para controlar las ganas de besarle que se me instalan en la cabeza y procurar que esos ojos negros (Dios, que ojos) no me adivinen.
Nunca agradeceré lo suficiente haberme encontrado a este viejo amigo que no veo desde hace años, tan bien acompañado, la verdad. Tampoco que se hayan quedado con nosotras toda la noche, ni que su amigo esté tan tonto conmigo como lo estoy yo con él. Me mata, me destroza tenerle tan cerca, hablando de zumos de zanahoria, joer joer … y que Shakira le ponga un montón (dice que la música eh?, no la chica, no pensemos malamente) y que le guste el spinning tanto como a mí, y que diga que no se puede perder la ingenuidad para vivir feliz, y que no haya querido saber si quiero tener hijos o si tengo un empleo bien remunerado o si tengo piso propio o si estoy en condiciones de contraer matrimonio como debe ser, o sea, por la Iglesia ... antes de contarme con gestos y miradas que le gustan mis miradas y mis gestos (estas son las preguntas que me hacen los treintañeros ultimamente, qué queréis), y que se le dibuje entusiamo en esa sonrisa estupenda que tiene cuando habla del mar, de bucear, de los peces .... que él no tiene ni idea de que soy sirena. Y saberle detrás de mí de pronto, a ese pedazo tío, cuando bailamos, porque como baila encima la joyita, que mueve las caderas, caray, que eso no lo veo yo desde hace ni sé cuanto tiempo.
No son cosas mías lo de que este muchacho está para morirse de gusto, no, que mis amigas no callan “Haz de él un hombre”, jajajajajajaja!!! Y desdeluego toda esa cantidad de nenas que le entran, (porque le entran a él delante de mis narices, que hay que ver el hambre lo que hace, joer) para mí que piensan lo mismo. En todas estas horas que llevamos juntos he perdido la cuenta de la de niñas y no tan niñas que se le han acercado en cuanto yo me he alejado un par de metros, incluso sin alejarme, incluso el momento en que le doy la espalda cuando no quiero que vea que me muero por sus huesos.
Y encima es educado, no dice barbaridades o estupideces, atento, demasiado tal vez con tanta nena pululando a su alrededor… mi amigo empeñado en que “nos conozcamos” dice, que el bombonazo (para mí que sabe a chocolate del bueno) está tonto perdío conmigo ….¡No me digas eso, por favor!
Pasan las horas, entretenidas, enredando mi mirada con la suya, acercando su cuerpo al mío y revolucionándoseme la sangre cuando su respiración toca mi piel tan de cerca … pero el encanto se diluye quizás porque YO tuve tiempo a pensar.
No pasa nada, aunque sigue siendo igual de IM PRE SIO NAN TE que al principio, cierto, aunque sigo siendo capaz de verme besando esos labios que me ponen mala, pero no veo nada más que eso, no imagino nada más que eso, no sucede nada, ni siquiera eso, porque lo pensé.
Seguro que se ha quedado IM PRE SIO NA DO de que la morena le haya dado largas, me da que es la primera vez que le pasa …no me arrepiento de no haberme ido con él cuando me lo pidió, ni siquiera ahora que pienso de nuevo “¡Dios, pero que bueno que estaba! Hacía años que no veía un tío tan requetebueno!”
Debería seguir eso de: “Tíratelo cuando sientes que te pone, no le des tiempo al tiempo de estropearlo”, eso que es lo que me temo hace todo el mundo, pero yo no sé hacerlo.
Tampoco sé si quiero hacerlo.
Una pena no tener hoy el cuerpo de postfiesta, sí, es cierto.
Una pena no haber tenido la noche de pasión y lujuria que prometía aquel pedazo de hombre.
Pero es que no quería hacerlo.
No puedo hacerlo.
No sé hacerlo.

Glauka

13.1.06

SIETE VECES SIETE


Seguimos con esos testigos que pasan de blog en blog … me están viniendo bien, porque no estoy en condiciones de pensar por mi cuenta, y esto me lo pone facilito:

Siete cosas que quieras hacer antes de morir

Tener un hijo
Enamorarme y enamorarle, amar y que me ame … disfrutar del conjunto
Bucear en el mar de la mano de JA, en el de fuera y en el de dentro
Abrazar a mi padre sin dolor
Volar: paracaidismo o algo así
Fascinarme con otras gentes y otros paisajes, en otras partes del mundo
Mirar a mi alrededor y sentir que todo está bien.

Siete cosas que sabes hacer bien
Amar
Tropezarme con esas pequeñas cosas que nos dan instantes de felicidad
Resistir, resistir y resistir
Sonreir, reírme, me sale solo
Encontrar siempre la forma de hacerme daño a mí misma
Emocionarme
Entenderme estupendamente con los niños y los animales

Siete cosas que no sabes o no puedes hacer
Odiar
Dejarme llevar
Decepcionarme elegantemente, lo hago siempre lloriqueando
Fingir
No exigir con el corazón lo que ni se me ocurre pedir con la palabra
Echar el freno cuando algo injusto me encoleriza
Decirles a los que quiero “esto no me gusta o “me haces daño” … callo cobardemente

Siete cosas que te ponen del sexo opuesto
La mirada

La agilidad mental

Los hombros, esa curva que hacen al unirse al cuello …

La confianza en sí mismo

El tacto de la piel

La ternura

Las Palabras, dichas, escritas, pensadas.

Siete cosas que te ponen del propio sexo
Poner, lo que se dice poner, nada, lo siento, pero, que hagan que me guste mucho una mujer:
La lealtad
La mirada clara
Que no vampirice, ni a mí ni a nadie, que no necesite ganarme en nada para sentirse bien consigo misma
Que esté en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en las alegrías y en las penas
La risa abierta y fresca
La inteligencia
La empatía

Siete expresiones que sueles utilizar con frecuencia
Joder
Gracias
Claro
No te preocupes
Jajajajajajajajajajajajaja!!!! (aquí no se pueden poner sonidos directamente)
Vamos a ver
Mmmmmmmmmmm (tiene diversas acepciones según contexto)

Siete celebridades que te dejaron prendado
Mi abuelo
Lilith (si lo sabe mi abuelo, me mata)
Milán Kundera (creo que seguiría matándome)
Mi añorada perra Tau (genio y figura)
JAPA (bueno, mi abuelo estaría al borde del infarto)
El rey Diola
Mohamed Abdelkefi

Quien quiera ya sabe lo que tiene que hacer.

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12.1.06

CINCO EXTAÑOS HABITOS

Me ha invitado el Tío Saltatrampas a este juego bloguero, (que sepas que no puedo entrar en tu página, se me cuelga el Explorer, pero hoy lo he conseguido), y, a mí manera, como todo en esta vida, recojo el testigo:
El primer jugador de este juego inicia su mensaje con el título "5 extraños hábitos ".Las personas que son invitadas a escribir un mensaje en su respectivo blog a propósito de sus extraños hábitos, deben también indicar claramente este reglamento. Al final, debéis escoger 5 nuevas personas y añadir el link de su blog o diario web. Es importante dejar un comentario en su blog, diciendo....
"Has sido elegido" y decirles que lean el vuestro, para que acepten o no el reto!
No creo que sean extraños mis hábitos, no tengo hábitos extraños, pero estos son los míos:

1) 1. Tocar piel humana, acariciar con los dedos, con las rodillas, con las mejillas, con la parte interna de mis muñecas, con la boca, con la nariz, con la lengua … reconocer con mi piel, cuando no hay escamas, esa piel que me reconforta y me amansa. Nunca dejará de sorprenderme el cálido abrigo que me arrebata, nunca dejaré de desear atrapar esa esencia que se escapa entre mis dedos, creo que fue eso lo que me hizo pactar aquello de no a la inmortalidad.

2) 2. Bucear en sus entrañas, entrarle y vadear sus huesos, bucear por sus adentros buscando todos sus recovecos para esconder besos en ellos, dejarme flotar en su sangre para así recorrerle entero, dejarme mecer por sus emociones y mirar por sus ojos desde dentro … que sois un 80% agua, y ese es mi medio. ;)

3) 3. Vestir mi cola, húmeda, brillante, pasear arrogante los mil visos de sus colores, luciendo cada plata de mis escamas como la mejor de las joyas … para verle extasiado, para provocar que su deseo sea tan brutal como sólo una sirena merece ser deseada.

4) 4. Adentrarme en el mar y sentir de nuevo el agua abrazando mis caderas, las olas peinando mis cabellos, la sal tomándome entera… especialmente si hay mar de fondo, que ir a su contra es adentrarme en mí misma arropada por la corriente.

5) 5. Ofuscarme como sólo el Cantábrico se ofusca sin atender a razones cuando me duele un abandono o una mentira de aquellos que han visto mi cola, sea real o sólo imaginado … y es que dentro de mí sigue estando el mar, y las catástrofes naturales existen, y no tienen explicación, y me temo que el mar que llevo dentro también hace de las suyas sin darme explicaciones.

Que lo siga quien quiera, yo no paso testigos, las sirenas tenemos la fea costumbre de cambiar las reglas del juego.

Glauka

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11.1.06

SÓLO PALABRAS

"Con ella lo difícil es fácil, lo fácil, divertido, lo divertido, inteligente, lo inteligente, seguirte, y seguirte … seguirte es necesario."

"El mundo es en blanco y negro. Sólo le salen los colores cuando lo miro contigo a mi lado"

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9.1.06

SIENTO, LUEGO SOY



"Pienso, luego soy" es la frase de uno intelectual que menospreciaba el dolor de muelas. "Siento luego soy" es una verdad de una validez mucho más general y se refiere a todo aquello que vive. Mi yo no difiere sustancialmente del vuestro por aquello que piensa. Hay mucha gente y pocas ideas: todos pensamos aproximadamente lo mismo y nos comunicamos las ideas, nos las dejemos, las robamos. Pero, si alguien me pisa un pie, soy solo en percibir aquel dolor. No en el pensamiento, sino en el sufrimiento, es donde está la esencia del yo; el sufrimiento es el más básico de todos los sentimientos. Sufriendo, ni un gato puede dudar de su yo único e irremplazable. Cuando sufrimos, el mundo desaparece y cada cual de nosotros se queda solo con sí mismo. El sufrimiento es la universidad del egocentrismo.
La inmortalidad, Milan Kundera

6.1.06

LA MANO DERECHA DE UNA SIRENA ZURDA


ESTIMADA MANO DERECHA:
Antes de nada, recordar que soy zurda, y que, sólo por eso, malamente comenzamos nuestra relación, mirándonos torcido y todo.
Creo que me escuchaste decir no hace mucho que quería escribir en el blog algo sobre mi zurdez, sobre ese dato de mí misma que me enfrenta al mundo porque el mundo esta hecho por diestros y para diestros, y decidiste darme una lección, recordarme quien eres, creo tienes algo de esa mala hostia que se me revoluciona por dentro, que a fin de cuentas eres también parte de mi cuerpo, y por eso has decidido hacerte notar.
Y ese día de la gran helada viste tu oportunidad. Viendo que me iba al suelo y sabiendo como sabías que nada me aterraba más que fracturarme, fisurarme o lesionarme de cualquier modo el coxis, te sacrificaste por mí. Algunos te dirán que no te engañes, que no tuviste ese momento de gloria, que fui yo quien te echó a los leones, quien prefirió prescindir de ti antes que de mi apreciado coxis … ni caso, yo sé que fuiste tú la que tomó la decisión, valiente, sacrificada. Lo sé, insisto, porque sé que pensaste ahora te vas a enterar, morena, que tienes refajos para eso y más, por algo eres una parte de este cuerpo rebosante de refajos, vale que ignorada parte, pero parte a fin de cuentas. Y te las gastas igualito que ese cuerpo al que estás unida, y ese era el modo de dar comienzo a tu escarmiento, mejor dicho, al mío, a mi escarmiento y a tu protagonismo absoluto en mi vida, en esa vida que siempre te había ignorado. Porque yo no me daba cuenta de que, ciertamente era zurda, que siempre lo había sido, sí, que era zurda hasta para mirar o vestirme o caminar, pero tú hacías una importante labor, labor que nunca te agradecí, labor de la que ni tan siquiera era consciente.
Y escuchaste, o mejor dicho, tuviste que escribir en el teclado, que quería hacerle un seudohomenaje a la mano izquierda y claro, recordaste todos aquellos sapos y culebras que te echaba encima cuando de niña mi abuela se desesperaba intentado que abandonara esa zurdez que, tozuda, me empeñaba en mantener, que ni la cucharilla de postre, decía yo, eras capaz de sostener, que no abuela que no, que esta mano mía es tonta. Recordaste que siempre eras tú la culpable de que tuviera que ser más inteligente o espabilada que las demás niñas del cole en la clase de Labores, porque a mí nadie podía enseñarme, era zurda, las monjas no sabían hacer punto de cruz o ganchillo o tejer al revés de cómo se hacía, porque eso se hacía con la mano derecha desde los albores de la historia del bordado y demás labores con hilos, asique yo tenía que aprender sola, mirando, adivinando, porque claro, mi mano derecha era torpe. Recordaste con ira todas y cada una de las veces en que tú eras inútil, o eso decía yo, Y fueron muchas las veces … Y te vas a enterar, pensaste.
Porque en ese acto de valentía, te lesionaste, como no podía ser menos. Te pusiste morada, de ese color que tanto me gusta por cierto, te creciste a lo bestia, ocupando el espacio de dos manos por lo menos, me doliste brutalmente sin dejarme dormir incluso un par de noches, por aquello de decirme estoy aquí, ¿qué pensabas?. Entablillada dueles menos, cierto, pero se nota aún más tu no presencia en mi vida diaria. Ahí empecé a pensar en ti, ahí empezaron tus satisfacciones, tu revancha, tu omnipresencia.
Porque cuando quise escribir en el portátil, comprobé que no era posible sin tu colaboración por muy zurda que yo fuera, es verdad que lo estoy haciendo, pero nunca pensé que fuera tan difícil hacerlo sin ti (sé que te ríes por lo bajo cada vez que subo el codo para que tus dedos encuentren el ángulo adecuado para pulsar las letras), además, el escribir rápido, casi tan rápido como mi pensamiento, esa forma de escribir que es la mía y que es como me gusta escribir para que no se me escapen las ideas y para disfrutar escribiendo, de momento se ha acabado ( te regocijas con esto mucho más aún que con las subidas del codo).
También te eché de menos, mucho, cuando me tuve que peinar, sigo haciéndolo todas y cada una de las veces que me tengo que peinar, no te digo nada de cuando me tengo que lavar la cabeza, eso de tragarme la suficiencia que adorna todos mis actos y tener que pedir ayuda a mi madre … esas son tus victorias, porque me cabreo sintiéndome inútil, y esa inutilidad es por no disponer de tus servicios incondicionales, siempre silenciosos, siempre ignorados.
Tampoco puedo conducir eso que tanto placer me proporciona, tanta libertad me hace sentir, especialmente cuando lo hago sin destino fijo con la música al alto la lleva, conduciendo con mi mano izquierda sobre el volante, que para eso soy zurda, sintiendo que es esa mano izquierda la que me lleva de la mano por el camino de mi libertad. Nunca me había detenido a pensar en que sí, mi zurdez conduce, puede que hasta elija el camino, pero ¿quién metía las marchas? Ahora, como no estás tú en condiciones de meter las marchas, mi zurdez no puede conducir.
Si hasta para alimentarme consigues recordarme tu estado de huelga: porque yo busco la forma de hacerlo sin necesitar de tus servicios, sí, nada de carne o pescado, que requieran de cuchillo y tenedor, nada de marisco (menudas fiestas navideñas me has hecho pasar, chupeteando en la confianza del hogar materno los langostinos como si tuviera cinco años). Pero claro, el tirar de sándwiches o de ensaladas también tiene lo suyo, yo creía que no, que había dado con la solución para no recordar tu ausencia, hasta que tuve que abrir un bote de espárragos o uno de salsa de ajo, ahí me hacías falta tú, y no podía ser de otra manera. Mucho te has debido carcajear de mí viéndome furiosa, ofuscada ya, abriendo el bote sí o sí, aunque en ello me fuera abrirme la muñeca de nuevo como fue el caso, porque era lo que me faltaba, resistírseme un bote a mí. Pues nada oye, debiste pensar, que me tiro otros diez días hibernando si eso es lo que quieres bonita … finjo que lo hago por gusto, pero la supervivencia a base de Corn Flakes, palomitas de maíz y pasta ya me tiene un poco más que harta, la verdad.
Y lo de la plancha ya casi ni lo mentamos, pero bueno, que hoy toca bajada de pantalones y tengo que ser sincera: tengo dos lavadoras enteras sin planchar, hago como que no tengo ganas de planchar, pero en realidad es que sin tu ayuda está harto complicado. Porque lo hice en nochevieja, planchar aquel vestido me costó sudores, tú lo sabes, que hasta tuve que parar a relajarme porque me estaba encendiendo, y al terminar sudaba casi tanto como al salir de mi clase de spinning (otra cosa aparcada gracias a tu desaparición de mi vida útil, que a ver cómo demonios subo y bajo y me agacho y todas esas cosas que se hacen en spinning sin tí). Hoy he repetido la operación con unas cortinas, porque soy un pelín burra y me encabezono, emborrico y tenían que estar colgadas las cortinas hoy mismo, y sé que lo disfrutaste, te regodeabas en la jugada entorpeciendo la labor de planchado si osaba reclamar tu ayuda. La verdad de la buena es que ya no me queda ropa que ponerme, que ando de uniforme, y todo porque mi mano derecha, esa que he ignorado siempre, no está operativa.
Y encima no te lo pierdas, tu colega, la mano izquierda, que lleva tantos años de feliz protagonismo, de reina del baile, encantada de la vida siendo la mano útil, la querida por mí, la que se lleva todos los honores, porque soy zurda y los afilalápices, las tijeras, los cuchillos del pescado, los abrelatas y hasta los teclados de los ordenadores están hechos por y para diestros, que hay qué ver, pues oye!, que ahora le da por protestar, por quejarse de que la hago trabajar a destajo. Todos estos años callando que tú le echabas una manita (valga la redundancia, ;)) para llevarse ella todos los honores, y ahora protesta, ahora se queja, remolonea, que si le duele aquí o allá, pide tu colaboración.
Pero lo peor de lo peor, lo más peor de todo, fue tu primera ausencia, fue la primera en la frente. Y es indecorosamente vergonzosa, bonita, y sé que disfrutas cada vez que se repite eso de ir al baño, y pelearme con el pantalón y con las bragas, primero para bajarlas, luego para subirlas. Si hasta me he pasado a las faldas, triunfante por haberte vencido, triunfo que duró lo que tardé en intentar ponerme las medias sólo con la mano izquierda claro, porque eso es peor aún que lo de subir o bajar unos pantalones. Me estás dando más de una lección, porque además de meterme por los ojos todo lo que has dejado de hacer por mí me estás tocando la fibra esa de la impaciencia, me gritas que si no quería caldo hay tengo dos tazas todas y cada una de las veces que tengo que hacer la operación de bajada de bragas, y te aseguro que es humillante echarte de menos en momentos así, a veces lo que hago es echarte pestes, pero lo evito, porque sé que lo disfrutas, en silencio, pero lo disfrutas.
Vamos, que has ganado. Que sí, que es verdad aquello de que no apreciamos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Que el homenaje te lo hago a ti por estar ahí siempre, en silencio, sin ser reconocida tu labor. Porque te lo has ganado. Pero por favor, vuelve, vuelve a ser la que eras, ya he aprendido la lección.

©Glauka-2006 La mano derecha de una sirena zurda

3.1.06

TU OLOR

Desperté plácidamente arropada por tu olor, sonreí y disfruté de tu aroma, mientras me retorcía de gusto, como los animales cuando se despiertan, como los humanos cuando no ha sido el despertador quien nos arrebata de los brazos de Morfeo.
No había abierto aún los ojos cuando te lo dije, me gusta despertarme con tu olor tan cerca, embriagándome, entrando dentro de mi y adueñándose de todo … tenías una mano en mi cintura, en ese hueco que forman todas las cinturas cuando una reposa sobre un costado, en este caso tu mano estaba sobre mi costado derecho a la altura de la cintura, diciéndome que estabas en tu casa.
Dejé de sentir tu mano en mi cintura, pero a cambio, un dedo aleteaba, lentísimamente, sobre mi pezón derecho; quise acercarme a ti, pero no me dejaste, no, no, espera, dijiste. Esperé, esperé a sentir que no quería esperar más, a que mi pezón se pusiera duro al contacto de la yema de tu dedo, esperando ya que hubiera más dedos invasores, que hubiera más trozos de piel invadidas por tus manos, esperaba ya, con cierta ansiedad, que más piel de la tuya me tocara. Tú escuchabas a mi respiración acelerarse, ese respirar de cuando no quiero que me oigas agitada, cuando intento controlar el aire que sale de mis labios y, aún así, se me escapa en forma de gemido ahogado; sé que eso puede contigo, así que, cuando por fin se escapó el aire entre mis dientes suspirando gemidos, me desesperaba ya esperando, porque saber de tu agitación, aunque no la escuchara, aunque no la pudiera tocar, me encendía aún más.
Sólo con mi olor disfrutarás hoy dijiste. Y como presintiendo lo que yo quería hacer, una de tus manos me tapó los ojos suavemente sssshhhh no abras los ojos, sirena, hoy no los abras, mientras tu otra mano giraba mi cuerpo, tumbándome bajo el edredón que tapaba hasta mi cara, mientras tu olor me invadía brutalmente desde el calor inmenso que alimentábamos bajo aquella carpa que resguardaba nuestro mundo. Me acariciabas los pezones, ambos, pero nada más de tu piel me tocaba, sólo tus dedos. Tú eras ese olor que me gustaba, ese olor que me infundía ganas de suspirar y que henchía mis pechos, ese olor que me estaba encendiendo cada vez más. Sabía que estabas ahí, por eso, de forma inconsciente, mi cuerpo te buscó, pero tú lo rechazaste no, cielo, no, sólo el olor entrará dentro de ti hoy, lo has dicho tú, aquellas palabras me volvían loca por momentos, por favor, no abras los ojos. Y yo obedecí.
Seguí allí deseando como nunca sentir tus muslos a mi alrededor, sentir tu pecho galopar desenfrenado contra el mío, acariciar tu vientre … intentando esconderte mis gemidos infructuosamente ya que éstos, por decisión propia, conseguían susurrarse en tus oídos. Yo sentía que te gustaban aquellos susurros imposibles de controlar más que comer con los dedos, lo notaba en tus manos, que aceleraban su ritmo sobre mis pechos, me apretaban buscando que mi ansiedad se desbocara, aun sabiendo que podría estallar sólo con eso. Una de mis piernas se arqueó ligeramente, se abría pidiéndote que entraras en tu casa, que se te esperaba, pero no debiste enterarte, así que la otra pierna hizo lo mismo, tropezando con tu rodilla. Un latigazo brutal fue sentirte así, sin esperarlo, se me erizó toda la piel del cuerpo, un escalofrío me atravesó de arriba abajo mientras tú me recordabas no, sólo mi olor va a inundarte de placer.
Algo debió no obstante agitarse en ti también con el roce de nuestras piernas porque tu voz me llegó entrecortada, y dándome esperanza introdujiste tu mano entre mis piernas, resbalando entre ellas, tocando aquella puerta abierta que te esperaba caliente, ardiendo, empapando tus dedos en aquel montón de deseo, pero sólo unos segundos fueron los que yo creí que por fin vendrías conmigo tú entero, no sólo tu olor, porque inmediatamente me giraste, poniendo mi espalda frente a ti, con mi cuerpo tumbado bajo el tuyo, mientras se te escapaba ¡qué dulce sabes, sirena!. Te sentí ponerme algo entre las piernas, una almohada, sí, lo reconocí. Sentí tu aliento en mi nuca y se me erizó hasta el pensamiento mientras, ahogado, me decías no te muevas, aún, apóyate sobre los codos, así, mientras me ayudabas a colocarme como querías verme. Te presentía sobre mí, a cuatro patas, sin tocarme más que tus manos, terriblemente lentas, torturando más que acariciándome los pechos, por eso me querías sobre los codos, para que mis pechos quedaran colgando a la disposición de tus dedos, me enloquecía saberte así sobre mí, porque yo seguía con los ojos cerrados, oliéndote ahora a mi izquierda, ahogando los jadeos que brutalmente se desbordaban de mi cuerpo para poder escuchar tu respiración acelerarse, porque se estaba acelerando, ni siquiera pude sonreír cuando descubrí que tú también me ocultabas tus gemidos, que tú también intentabas no mostrarme ni uno, y que en muchas ocasiones era inútil, porque como yo, los tenías libres, con vida propia, capaces de escaparse por tu boca sin permiso. Me acariciabas suave, lento, se me nublaba la ceguera en que había convertido mi vista incluso, tu aliento me acariciaba el cuello, entraba por mis oídos, por mi nariz y hasta mi boca tuvo lo suyo pese a no acercarte a ella, tensando mi espada y mis muslos. Pero en cada jadeo que se te escapaba se me enredaba más tu aliento por dentro, y oírte a mi lado, oliéndote sólo, sabiendo que era tu olor quien se excitaba y quien deseaba mi deseo, me arañaba salvajemente provocándome espasmos que aumentaban la densidad de tu olor.
Muévete si es lo que quieres hacer me dijiste, y, agradecida, me moví como si estuvieras tú entre mis piernas, ya sabes, poco a poco al principio, que me gusta saborear tu calor, mientras tú no aumentabas ni un ápice la cadencia de tus manos sobre mis pechos, pero sí la de tu respiración, cada vez más cercana, ahora tus aires se hundían entre mi cabello, y gemías ya dejándote llevar, encendiendo aún más las llamas que me quemaban, me destrozaban por dentro, con cada bocanada de tu aire que rozaba mi piel, que sobrevolaba las gotas de sudor que la tensión de tu olor estaba depositando en mis hombros.
No puedo más te supliqué, rogándote que aquella placentera agonía terminara contigo dentro, contigo cerca, contigo clavado en toda mi piel. Abandonaste mis pechos dándome una pequeña tregua, poco útil porque juro que escucharte ahogar los gemidos entre tus pulmones me enciende más que cualquier otra cosa, para separar mis nalgas, acariciar mis humedades de arriba abajo, de abajo arriba, haciendo que un temblor recorriera todo mi cuerpo deseando lo que por fin, hiciste: entraste en tu casa, te hiciste primero hueco entre mis labios para luego entrar triunfal, dejándote abrazar por mis fuegos, embargándome entera de tí, sólo es el olor, sirena, sólo es mi olor de la mañana el que está dentro de ti y yo me sentía plena, llena, aspirando tu olor con todo mi cuerpo, con toda mi piel, con todo mi deseo, y deseando que ese olor candente que me había penetrado continuara quemándome fuerte, más adentro, rasgando con cada embestida más y más mi resistencia hasta invadirme entera.
Regresó tu aliento a mi lado, de nuevo te escuchaban mi nuca y mis oídos respirar agitado. Ni un centímetro de tu piel me tocaba sin consentimiento de tu olor, y eso sacaba de quicio a tu respiración, tu boca daba bocanadas junto a mis oídos, queriendo escupir el deseo para prolongar mi agonía. Regresaron tus manos a mis pechos, seguías acariciando lentamente, ahora eran sólo roces cada vez más suaves, casi sin tocar siquiera, me sorprendías deseando que me apretaras cuando tan sólo posabas tus uñas, cada vez más delicadamente, exasperándome hasta la extenuación, pese a que los movimientos de nuestras caderas eran enérgicos, y a que tus jadeos abrazaban a tu aliento rodeándome, poseyéndome, entrándome más adentro. Era tu olor, cierto, quien me penetraba tan furiosamente ya, era tu olor el que seguía grabado a fuego en mi nariz, en mi garganta, en mis ojos. Era tu olor el que me derretía por dentro en un desparrame de sirena ciega. Era tu olor el que gritaba entre mis cabellos, el que hundía tu cabeza en mi melena, el que susurraba que no quería irse aún, que no quería. Era tu olor el que estaba desbordándome por dentro mientras explotaban todas las caricias al mismo tiempo, era tu olor el que se derramó dentro de mí, el que se restregó contra mis adentros hasta desgarrarme en mil jadeos, mientras tu cuerpo se derrumbaba, por fin, sobre mi espalda.
Sentí tu corazón desbocado sobre mi, por fin sentí toda tu piel cubrirme, tu dulce cara se hundió sobre mi hombro, en la curva de mi cuello, tus brazos bordeaban mi cuerpo, reposando tu calor junto a mi cintura. Tus piernas calmaban la sed de las mías, acariciándolas melosamente.
Saqué mi cabeza, feliz, de debajo del edredón bajo el que tu olor se había hecho conmigo, para ver la estampa del contorno de tus nalgas reflejada en el espejo, la imagen de aquel peso de tu cuerpo que sentía reposando sobre el mío, el dibujo de la plenitud inmensa que me habías metido hasta el último rincón de mi cuerpo sólo penetrándome con tu olor: Estaba sola.
©Glauka-2006 Tu olor

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2.1.06

VACACIONES

Hoy no quiero salir de la cama.
Me quedaré todo el día aquí contigo entre mis piernas.
No quiero más que remolonear, besarte, reírte, mirarte, tocarte y retocarte, lamerte y relamerme.

©Glauka-2006 Vacaciones

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