A RAYA

Disculpen la ausencia.
Ando ocupada huyendo de unas letras que me persiguen.
He leído algo en un post de uno de ustedes, no diré quién para evitar sentimientos de culpa -infundados por otra parte- y, desde entonces, recuerdos de esos que uno pretende olvidar, aporrean mi puerta insistentemente, han acampado en mi jardín y no parece que tengan la más mínima intención de abandonar su cometido.
Me rondan al acostarme, se cuelan entre mis sábanas y me acarician con esa tibia laceración que sólo los recuerdos superados y que una cree ya no resqueman, consiguen.
Entran en mis sueños consiguiendo que casi agradezca cierto insomnio.
Me miran desde fuera por las ventanas a la menor oportunidad, socarronamente asoman la punta de la nariz por la rendija que dejen mis visillos al descubierto sin bastarles la sombra que los oscurece y me dice que ahí están, aprovechando la menor oportunidad en que paso unos minutos a solas conmigo misma para respirar lo suficientemente fuerte como para que yo les sepa ahì, fuera.

De vez en cuando logran vencer mi resistencia y se instalan en mi cabeza durante unos minutos en los que consiguen que llueva, las letras me persiguen entonces rogando que las ordene o, al menos, les de la forma con la que vestir a esos recuerdos.

No sé si es ese alborotado reclamar que me aturde y no consigo tan siquiera sentarme a intentarlo, o que por el momento voy ganando la batalla y consigo zafarme de su invasión, pero estoy en ello, y, presintiendo como presiento que ganaré, en nada estoy de vuelta. Ya les cuento.

A raya © Glauka 2007