19.2.08

Algún día, en la vida IX

"Un gran arquitecto, dice" piensa sintiéndose un poco culpable Pablo. "Podría haberlo sido de no haberme dispersado tanto"
En ocasiones, y ésta era una de esas, se arrepentía de haber descubierto la escritura y todo lo que aprendió a través de ella. De haber recuperado la fortaleza necesaria para hacer las cosas que siempre quiso hacer, sacrificando así su trabajo en pos de saciar su necesidad primera, la más básica: vivir.
Afortunadamente, la mayor parte del tiempo se sentía bien, en paz consigo mismo (todo lo que podía estar en paz consigo mismo una mente inquieta como lo suya) y se emocionaba cuando terminaba uno de aquellos trabajos en los que regalaba su tiempo, sus horas de trabajo, para ofrecer sus conocimientos a quienes no disponían ni de ellos ni del dinero necesario para adquirirlos. Volvía a ser el recien licenciado soñador otras veces, como cuando le dieron carta blanca para remodelar aquella parcela junto al faro y construir en ella una residencia de ancianos, estando al borde de la senectud. Entonces llenaba sus pulmones junto al acantilado a diario, ante la mirada atónita de los demás trabajadores que asumieron sus rarezas como una extraña locura que guiaba a aquel arquitecto enamorado del mar.
Y escribía, sí, y pintaba, desde acuarelas, a carboncillo o acrílicos enormes a los que se aficionó empujado por Sol.
Sonrió: muchas fueron las veces que la había responsabilizado de su diversificación, cuando sabía, siempre había sabido, que no era ella la responsable, no, que ella sólo le daba la libertad para ejercerla, le abría las puertas, aun en la distancia, aun durante el olvido en que creyeron haber caído durante años. Por eso San Rafael era suyo: se lo debía, le debía hacer algo profesional inspirado en ella, en su mar, en sus caderas, en su forma de respirar y de sonreir, en su ausencia presente y hasta en su temblar. Había estado tras sus letras y entre sus pinceles, justo era también olerla en alguno de sus edificios, aunque a ella eso no le importara lo más mínimo, aunque nunca llegara a saberlo.

- El abuelo se ha dormido- interrumpió sus divagaciones Shilou.
- No, Shilou, no estoy dormido - se movió pesado el abuelo Pablo - sólo estaba soñando un ratito despierto.
- Pero abuelo! ¡eso no se puede hacer! Para soñar hay que estar dormido - se reía Shilou de lo que creyó broma de su abuelo.
- Sí que se puede sí. ¿Qué? No me vais a poner pastel de cumpleaños este año? - levantó la voz haciéndose notar, que estaban las mujeres demasiado entretenidas cuchicheando con Enzo - Se puede y tú también lo haces. Ven, siéntate aquí ... así, eso es. Apoya la cabeza en mi pecho, sí, así ... mira allá a lo lejos, al final del mar ... mira esas gaviotas surcar los aires ¿te gustaría volar como ellas eh?
-¡Jajajajaja! Sí que me gustaría sí ...
-Pues cierra los ojos y vuela ... te estás levantando justo al borde del acantilado, suavemente, como cuando nadas con el abuelo en el mar ... sí, así, nota el viento rozar bajo tus brazos, echarte el pelo para atrás ... así, ahora das una vuelta con los brazos y te acercas a San Rafael ¿a que sí?
- ¡Síííííííí!!!!
- ¿Ya te está contando aventuras el abuelo? - interrumpe Sol - si es que eres peor que ellos Pablo. Anda, venid aquí, acercaros, que las niñas dicen que va a haber una
sorpresita y no es plan perdérsela.
- Nada Shilou, dejemos de volar y hagamos caso a la abuela que no te gustará verla enfadada como nos perdamos la sorpresa dichosa.

“Ver a la familia reunida reconforta” -miraba al acercarse Pablo al círculo de su longevidad- “pero no por tenerles todos reunidos o tener esa capacidad, que creo que nadie debe tenerla, el reunirse debe ser libre, voluntario y por ganas de estar. Me gusta verles reunidos porque veo la alegría, el crecer, la preocupación, el latido de ellos cuando les miro. Me alegro de saber reconocerlo” -pensaba el ochentón.

- !Abuelo!, escucha esto -Mar le acerca el auricular inalámbrico donde lleva recopilada la música de moda- me parece que los conoces.
- !Santo Padre!, ¿de donde has sacado esta música?, a mí se me borró el disco duro en el.. debía ser 2010, si.
- Sol me lo pasó -aclara Mar, mientras Sol se gira un instante y deja un guiño de esos especialmente brillantes.
- Vamos Pablo, ven a soplar las velas -invita Enzo.
- !Por Dios bendito!, ¿era esta la sorpresa? ¿una tarta acribillada a velitas? -exclama Pablo.
- Tú sopla y pide un deseo, luego los niños te darán la sorpresa -casi ordena Yael.

Con banda sonora de cumplir años como fondo mezclado con el rumor de las olas, Pablo sopla haciendo broma de no poder hacerlo, en tres ocasiones. El sabio hecho motiva al pequeño Shiolu con su exageración, a Mar con su compostura e incluso a un Ian acercado a brazos, a ayudar al abuelo.

-¿Qué deseo has pedido, abuelo? -preguntan casi al tiempo todos, buscando la broma incomodarle con la presión de saberlo.
-Luego lo sabréis -contesta Pablo con una sonrisa pícara de las suyas.

Shilou recoge el paquete de manos de su madre y, enérgico, se lo ofrece a su abuelo:

- Gracias Shilou, gracias a todos. A ver que será...

Desenvolver un regalo no es un acto intrascendente, todos sabían que Pablo había dejado escrito una vez la importancia del envoltorio, que papel se usó o caja, que detalle o filigrana y donde se hallaba colocado, cómo estaba doblado, plegado y con que cuidado se habían colocado adhesivos, pegatinas festivas, cordones, cintas u otros materiales para sujetar los puntos de cierre. No es que importara mucho, en el fondo no era para criticar, pero desenvolver requería un respeto, por rápido y de comercial papel en el que hubiese sido envuelto el regalo.
El regalo al caso denota cariño, de ese misterioso, del que no sabes a donde te llevará. Claro que hay otros regalos, están detrás del corro, pero por algo ese era el primero.

- Abuelo, me estoy poniendo nerviosa. Venga, !ábrelo ya! -la mano de Sol busca relajar la impaciencia de Mar.

Un papel inusual, con tres azules hilados como si fuesen humo, como los difuminados que hacía de pequeño con las tintas chinas. Sin celo, solo cintas de color plata sujetando lo que por dureza y sonido parece una caja. La caja al fin aparece, algo que sorprende también a Sol.
Pablo busca el justo alto de una de las rocas para depositar la caja, sus movimientos se han convertido casi en los de un monje que sabe entre sus manos algo sagrado. La caja esta forrada, toda, la tapa incluso. Pablo se queda mirando mientras caen las lágrimas que un viejo tiene derecho a derramar a su edad sin que nadie pregunte. La caja recoge en miniaturas fotográficas toda la extensa vida que ha fotografiado, incluso antes de Sol, cuando ya sabía que le faltaba, incluso luego, cuando la conoció y todo siguió, cuando escondía las fotos que ella le mandaba, algunas juntos.

- No falta nadie, Kenzo a hecho un buen trabajo -orgullosa aclara Yael, dejando presencia del ausente marido.
- Ábrela -le pide Luz.

La tapa se abre con la lentitud del miedo, por lo que significa volver atrás, por todo lo que sin tener desgracias a destacar se ha sufrido, por volver a recordar a quien no está, por ver el pasado pasando como pronostican sucede al llegar la hora.

-!Ábrela! !Venga! -le anima Sol buscando interrumpirle, conocedora quizás por edad y por conocerle de lo que por la cabeza de su hombre esta sucediendo.

La voz de Sol logra recuperar el presente, el lugar donde el pasado no sobra pero tampoco es huella exacta por donde retornar. Al fin se abre la tapa: un interior de arena y conchas. “Por eso pesaba tanto” -piensa Pablo- de piedras que Mar y Shiolu han seleccionado de la orilla de la cala, como antes hicieran bajo la magia del tiempo

- Un trozo de la cala. De verdad que es un gran regalo, os lo agradezco mucho, la ilusión y el interés por entenderme -conmovido.

-Rasca la arena, rasca.. -la impaciente Mar.

Los dedos penetran entre las conchas, suavemente por quien sabe cómo se debe tratar la arena para que te acaricie, hasta que encuentra algo distinto.

-¿Y esto? -muestra sorpresa al tacto Pablo, sin todavía sacar el regalo del fondo. La pregunta termina cuando su mano sostiene en el aire unas gafas de inmersión y un tubo - !son mis gafas y tubo!
-Sol las encontró en el refugio, en el fondo de un baúl de madera perforada donde guardábamos las cosas de la playa. Son las tuyas papá, las que conocimos al enseñarnos a nadar, las que usaste tantos años hasta que... -Luz se conmueve, Yael la abraza.

Pablo busca abrazarlos a todos a la vez y deja humedecerse sus ojos. Aquellas gafas le habían llevado tantas y tantas veces a la paz y al descanso que sólo en el mar se puede sentir ... aquellas gafas le mostraron los secretos del mar mucho antes de conocer a Sol, y fue con ella, que dejó de estar solo disfrutándolas. Se le llena de malicia la mirada recordando aquella vez que interrumpió por sorpresa un baño de Sol subiendo y bajando en aquel mar que era su medio, y que le creía a kilómetros de distancia, sólo por ver sus ojos abrise desmesuradamente primero al encontrarle allí, como parte del mar, y después compartiendo juntos las caricias del mar. Malicia porque no quedó ahí todo, claro está, que aprovechando el ímpetu que la mar le confería por separado, pero más aún juntos, no habían dejado pasar la oportunidad de ...

- ¡Menudo regalo te han hecho! Ya puedes estar contento ya -interrumpió Sol las remembranzas de Pablo, leyendo en su perderse exactamente lo que estaba pensando- ahora ya no habrá manera humana de que te me modernices y compres una de esas gafas tan de moda que traen no sé cuantos adelantos...
- ¿Has visto las fotos Sol? ¿A que son bonitas?- Pablo, que también tenía su máster particular en eso de entendimientos privados, le muestra una parte del envoltorio donde sale ella, si bien nadie de los allí presentes adivinaría a Sol en aquella Sol que era en la imagen.
- Sí .... ummmmmm .... sí que son bonitas sí ... me gustan más éstas de aquí -intenta desviar la atención una Sol pelín alterada a los ojos unicamente de Pablo.
- Sí, sí sí, pero éstas - disfrutaba Pablo recalcando su interés en determinadas instantáneas, responsables de la alteración de su Sol- éstas tienen el encanto del misterio hacia una desconocida, la intimidad de la luz del atardecer, el placer del que ofrece su parsimonia ...
- Vale, tú ganas, venga, suelta uno de esos rollos tuyos, que va tocando.


(continuará)
Alguna vez en la vida IX © Glauka 2008

12 Comments:

Blogger Hyku dijo ...

Anda, qué bueno que aún siguen por ahí. Debe ser una residencia cojonuda para los abuelos, ni han palmado de embolia, ni pasan hambre y encima tienen momentos para ilusionarse..
;-)

Besos y hasta el siguiente episodio
:-)

19/2/08 11:24  
Blogger Belén dijo ...

Si es que para soñar no hace falta estar dormido... si no que se lo digan a estos verdad Glauka?

Besicos

19/2/08 13:50  
Blogger Fernando dijo ...

de los sueños somos poseedores todos...algunos nos han de llevar lejos..siempre te he de dejar un beso como la caricia de tu mano.

19/2/08 14:23  
Blogger ybris dijo ...

Está claro que nunca es tarde para que algunas cosas sucedan en la vida.
Y se disfruten intensamente.

Besos

20/2/08 07:53  
Anonymous Anónimo dijo ...

HYKU: Siguen por aquí, sí, que no había terminado su histórico día de campo y los había dejado sin rematar faena ... en nada el décimo y úlitmo ... por ahora ;)

BELEN: Leía hoy en un libro de Henry Miller que la realidad es infinitamente más fantástica que el sueño, que no soporta despertarse al sueño incluso si la dejas libre ... y algo de eso debe de haber, que ninguno queremos el sueño eterno !!!

FERNANDO S: Hermoso sueño que nunca sabremos si es real o soñado. Un beso.

YBRIS: Pues sí, totalmente de acuerdo. Eso sí: yo no quiero esperar tanto que igual no llego ;;)

20/2/08 16:03  
Blogger Dr.Mikel dijo ...

Yo me apunto a esa residencia, hay mucha lista de espera?
Mas nos valdría coger el AVE a Madrid y unirnos a una fiesta que han programado unas que yo sé para este finde.

20/2/08 16:16  
Blogger Etèria dijo ...

Aisss, aisss, aissss... Yo me quedo suspirando y con una sonrisa.

¿En la vida real sucederán historias así de bonitas?

Besos guapa

20/2/08 16:37  
Blogger Miss.Burton dijo ...

Esperanza e ilusión, me quedo con eso, Glauka, sabes mejor que nadie transmitirlo, quédatelo dentro, hazlo tuyo, es precioso como lo viertes, pero guárdate para ti una cantidad egoísta y enorme, porque lo mereces.
Ya hablaremos, te quiero mucho, sentí irme así, era necesidad, te lo contaré por el private.
Un beso, para mi lolayla favorita¡

22/2/08 01:20  
Blogger Basquiat dijo ...

que bueno que continue esta historia llena de sueños palpables y esperanza y que generosidad la tuya glauka de seguírnosla entregando. un besote

22/2/08 15:33  
Blogger GLAUKA dijo ...

DR MIKEL: Si me aseguran vivencias de estas me apunto desde ya mismo a la residencia ;). La fiesta ... va a ser que me pilla mal!!!

BELITA: Sí, claro que sí, es más, estoy segura de uqe has vivido alguna de esas historias, incluso más bonita que ésta. Yo he vivido alguna asique ya lo sabes: haz memoria.

DELIRIUM TREMENDS: Mi reina ... no se puede perder la esperanza ni la ilusión, sin ellas no hay nada. Sé que lo sabes y que tienes de las dos cantidades para dar y tomar, sólo falta que sepas y aprendas a aprovecharlas (y cuando lo hagas me echas una manita a mí que no termino de sacar buena nota ;))

BASQUIAT: Ya queda bien poco: un único capítulo (por ahora;)) Un beso.

22/2/08 16:05  
Blogger Misántropo dijo ...

Diré más: ahí es cuando hay que hacerlo.

Claro que, por el morro, dudo que salga.

Yo me espero al final. Que promete.

Sin escamas, sin escamas.

23/2/08 12:59  
Blogger Tana dijo ...

Lo bueno de estar medio ausente un tiempo -al menos en comentarios- es que entras de puntillas y el tiempo que te ahorras de comentar lo inviertes en leer -que de verdad no sé qué hago con el tiempo pero no me llega a nada-. Lo malo es que quizás la Sirena piense que te has ido para no volver. Y no es así. Aunque no diga nada, ni de la campaña política, ni de la mujer trabajadora, ni de Iemanjá, ni de esta historia tan tierna que nos estás regalando y que me tiene totalmente enganchada. Un besazo enorme, Glauka,sirena linda!!

14/3/08 10:54  

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