Uno no hace daño a los demás porque le dejen hacerlo

Uno no se porta mal o hace daño a los demás porque le dejen hacerlo.

Repito.

Porque estoy un poco más que hartita de escucharte que soy demasiado buena, que no se puede Dar tanto ni tener tantos principios ni, mucho menos, dejar al prójimo (¿tu pareja es un prójimo?) entrar por tu casa libremente, y que, en definitiva, casi casi la culpa de que hayas sido un cabrón cobardica conmigo la tengo yo (¡vaya! Esa vieja táctica tuya sigue en uso tres años después)
Te amé.
Por eso te di las llaves de mi casa, mi corazón y mi alma. Por eso era absolutamente imposible ser ni un poquito mala contigo. Nunca. Jamás.
Podías haberme amado tan sin condiciones como te amaba yo, podías quererme un poco menos y tratarme bien, podías romper la relación cuando cambiaste y empecé a ser censor mudo, asombrado y decepcionado de tu nuevo yo.
Tú y sólo tú decidiste hacer un mal uso de esas llaves que te había entregado.
Fue tu responsabilidad, porque fue tu decisión arrasar y destrozarlo todo, herirme y hurgar en las heridas, dejarme sola cuando mi mundo se desmoronaba, castrarme las risas, el brillo de la mirada, la bondad hacia ti incluso, ridiculizarme por sentir, eso que tú no podías hacer ... no mía.
Fuiste lo suficientemente valiente como para disparme un par de tiros, a cierta distancia eso sí, cuando me habían abatido en otras guerras y, herida, intentaba descubrir cómo salir del campo de batalla, buscando el tiro de gracia que me rematara y que no lograste ni así. Y no es que yo te pidiera los disparos, no, en realidad aprovechaste la situación en la que yo no podría defenderme. (Prueba ahora y verás cómo vuelan tus dientes uno detrás de otro)

Que te permitan quemar bosques no te obliga a hacerlo.
Que puedas tirar piedras a los perros no te lleva inexorablemente a tirar piedras a los perros.
SABER QUE NO TE VAN A DEVOLVER LA HOSTIA, NO TE CONMINA A DARLA.

Seguiré siendo esa buena apasionada hasta la saciedad tontuna que al parecer soy para ti (¡¡oohhhh, cómo hemos cambiadddoooooo!!!, juraría que al que yo amé era eso lo que le volvía loco) porque sólo siendo así estoy agusto conmigo misma. ¡Anda! Tú no estás agusto contigo mismo. ¿Es eso? ¿Sigues envidiándome malamente?
La diferencia está en que hoy ya no te amo, en consecuencia, ya no me hace daño esa envidia tuya, ya no me volatilizo para darte todo el protagonismo que creías merecer, ya no acepto tu soledad como castigo, ya no menguo mis ciento ochenta centímetros a la nada porque tu mirada me llame insignificante a gritos, ya no te consiento que pisotees mi dignidad, mis principios, mi alegría o mis sonrisas en cuanto salían a recordarte que tú ya no tenías ni dignidad ni principios ni alegría, ni, mucho menos, sonrisas ... ya no pongo la otra mejilla.
Y te repetiré todas las veces que oses intentar tan siquiera hacerme sentir culpable de tus actos en el pasado (que te pesan aún cuando no los has olvidado siendo el hombre pez):

Uno no se porta mal o hace daño a los demás porque le dejen hacerlo
Con esa bonita sonrisa que dices que tengo.
Y tú ... te ahogarás en el silencio. Como ayer.

Uno no hace daño a los demás porque le dejen hacerlo© Glauka 2008