CUANDO SABES QUE ESTÁS SOLO
Quería escribir algo, y resulta que ya estaba escrito, otro bloguero me dio el trabajo hecho, y con su consentimiento, lo comparto con vosotros: (http://mirandoaldesierto.blogspot.com), ”Probablemente (disculpa el tonillo indulgente y pedagógico, pero a pesar de tu edad te imagino muy joven, mucho más joven que yo, pienso que los padres tenemos la edad de nuestros hijos y te imagino, con tu hija de dos años, en mis veintiocho) no sabes lo que es la soledad. Yo no lo supe hasta que no tuve treinta y cinco años, cuando me separé. Con la soledad sucede como con los accidentes: sabes que pasan pero nunca piensas que te puede tocar a ti, porque tú eres un buen conductor. Y cuando te toca te das cuenta de lo estúpido que fuiste por pensar que las estadísticas ésas no iban contigo. Meses después de separarme caí en la cuenta de que nunca, en toda mi vida, había vivido solo. Y tardé meses en darme cuenta porque en un principio resultó agradable: mis propios espacios, hacer la compra, mis propias comidas, mis propios horarios.... pero, con los meses, vas experimentando lo que son las madrugadas opacas, las mañanas frías, los desayunos vacíos, las comidas sentado frente a la pared de la cocina, las veladas en silencio, las noches en las que el único cariño que encuentras es el del edredón y la almohada. Sólo no deja de estar quien está en compañía, sino quien consigue salir de sí mismo. Hay quien vive en pareja y no consigue salir de sí y está solo, pero ¿cómo salir de uno mismo si se vive solo? Nadie que viva solo vive en ninguna parte, salvo dentro de uno mismo: llegar a una casa vacía, día tras día, mes a mes, te hace darte cuenta de que nada cambia cuando se cruza la puerta, soledad dentro y soledad fuera. Ninguna vida tiene sentido si se vive para sí, todo el mundo tiene que vivir para algo o para alguien. Incluso los que viven en soledad, como los monjes o los presidiarios, agradecen y necesitan unos horarios y una disciplina diaria que no les haga absolutamente libres para vivir su tiempo sólo para sí mismos y que les dé la sensación de que "algo" está por encima de ellos, algo a lo que entregarse mínimamente, algo que trascienda. Fue en aquella época cuando dejé de vivir con televisión y con radio, la tentación de llegar a casa y poner la tele de fondo, cualquier cosa, para escuchar voces, era muy fuerte, te encontrabas viendo cualquier tontería. Establecer rutinas, comidas a horas fijas, cocinar, compras, limpiezas, porque es demasiado fácil dejar de cocinar, dejar de hacer la compra, dejar de ordenar la casa. Hablar con la gente: muchos de mis días consisten en ir del trabajo a casa y de casa a los críos y de los críos a casa. Hay que aprovechar cualquier oportunidad para entablar conversación con quien sea. Llego por la noche a casa y ya está: no hay novedad, no hay nada que no estuviera en mi vida ya esa misma mañana, o el día anterior, o que no vaya a estar al día siguiente. Nadie para compartir, nadie para enriquecer o enriquecerte. Ha habido muy buenos momentos en estos años, éxitos profesionales y de otro tipo, ¿te imaginas lo que es no tener a nadie con quien celebrarlo, llegar a una casa vacía? Quien vive en compañía, si está mal acompañado, vive la vida de la otra persona. Quizás sea mejor la soledad a eso, quizás la soledad sea menos dolorosa. En mi caso, no es dolorosa. Simplemente, no es nada. Quien vive una vida como la mía, en soledad, no vive.Es difícil que lo comprendas: tú seguro que agradecerías tener unos días para ti misma. Sólo quien lo ha vivido semana a semana, mes a mes, año a año, puede saber de lo que estoy hablando. No te estoy hablando ya de la soledad de quien no tiene a nadie que le quiera: te estoy hablando de la vida en tonos mate, del silencio, del vacío, del no recibir una mirada, una caricia, o un abrazo, durante semanas, meses, años. Te estoy hablando de la incomunicación. De cuando todo lo que te rodea se vuelve impenetrable y tú, poco a poco, te vas dando cuenta de que tú también te estás volviendo impenetrable. Te estoy hablando de la soledad.No es, como te digo, una soledad dolorosa, como la soledad del que acaba de ser abandonado. Claro que echo de menos algún tiempo pasado en el que, por poco tiempo, me sentí o me creí querido, pero hace ya mucho tiempo de todo aquello, y el tiempo me ha curado las heridas que me causó el desamor. Ya soy insensible a la angustia de la nostalgia. Lo mío no es nada particular: soy uno de tantos, de esa masa silenciosa y desconocida de personas que andan solas por la calle, que viven solas en los bloques de viviendas, que saludan amablemente a los vecinos sin que nadie sepa dónde trabajan y qué hacen en su tiempo libre y, lo que es peor, sin que nadie se lo pregunte. Probablemente ellos, como yo, tampoco estuvieron siempre solos. Nadie ha estado siempre solo. Y, como te decía al principio de la carta, nadie piensa que le pueda suceder a él... pero sucede. En mi caso, fui padre muy joven, y eso hizo que mi vida y mis ambientes cambiaran radicalmente. Luego vinieron varios cambios de ciudad, el trabajo en donde ya te dije que "no encajo", la separación y el reparto de los amigos comunes... un día te das cuenta de que estás solo y de que las cosas ya no son como cuando eras estudiante, que conocías a gente nueva prácticamente todos los días: no, la gente de tu edad ya no vive así, trabajan muchas horas al día y vuelven a sus casas, con sus familias (como tú hacías cuando tenías la tuya). Los grupos de amigos "de toda la vida" ya están hechos. No van de bares, no van de visita a los pisos de otros estudiantes, no quedan a tomar café a cualquier hora: tienen hijos pequeños (los tuyos ya son mayores) y sólo salen en parejas, a cenar, cuando pueden dejan a los hijos con los abuelos. Y te encuentras con que tú eres aquel vecino que recuerdas de tu niñez, aquel que vivía solo y que nunca habías entendido por qué le gustaba vivir así: ahora sabes que no le gustaba, sólo que las cosas pasan, y le había pasado a él, se había quedado fuera de juego, y ahora te pasa a ti.Mi última relación terminó hace algo más de dos años. Después de mi separación tuve tres relaciones más o menos serias (de varios meses cada una), y otras esporádicas. La última fue la que terminó en el episodo que narré en el "post" de la estación de Atocha. Aquello me dejó unas profundas heridas, que tardé más de un año en cerrar: me encerré en casa y me negué a cualquier tipo de relación con el mundo exterior, tenía demasiado que curar. En ese tiempo aprendí a aceptar la realidad de la vida cuando ya no eres joven. Sólo los idiotas y los adolescentes se deprimen por no conseguir lo que quieren. Sólo los niños se enrabietan. Pero cuando eres adulto sabes que sólo tienes una vida y que tienes que vivir la que te ha tocado, y que tienes que tejer el cesto con los mimbres que te quedan, no con los que has perdido. Y los que me quedan son poquísimos. Es cierto que debe de haber por ahí mujeres excepcionales, pero lo cierto es que la probabilidad de que no tengan ya pareja es muy escasa. Y, si queda alguna que no tenga pareja, la probabilidad de que nos lleguemos a conocer es mínima, prácticamente nula. La realidad de mi vida es que es muy, muy probable, no porque lo haya merecido ni porque sea yo mejor o peor que nadie, sino porque he perdido el tren, que me quede solo el resto de mi vida. Y el resto de mi vida puede ser mucho tiempo: cuando pienso que quizás me queden treinta o cuarenta años por delante, y que en todos esos años probablemente nadie me abrazará otra vez, nadie me acariciará, nadie me preguntará qué tal estoy, comeré durante años mirando la pared de la cocina, haré solo la compra, no hablaré con nadie en casa... me da algo de vértigo, sí. Pero es absolutamente posible, y muy probable, que eso suceda. No me da miedo el futuro: sólo tiene miedo de que llegue el futuro aquel que vive una vida vacía y teme que llegue el día en que se dé cuenta y sea ya demasiado tarde. Y mi vida no está tan vacía, gracias a mis hijos, y he aceptado el vacío que ya hay, no llegará el día en que me dé cuenta de lo que he perdido, porque ya lo sé ahora. Yo he aprendido a ser feliz en soledad. Ahora. Y también he aprendido que es muy, muy poco probable que pueda encontrar una compañera de camino para el resto de mi vida. Pero también es cierto que, si bien estoy ahora bien como estoy, me quedan muchos años de vida y... quizás no puedo dejar pasar ningún tren más. Tengo que estar con los ojos muy abiertos para no dejar que el siguiente tren, si es que pasa alguno, pase de largo.Por eso, como te decía al principio de esta carta, no tengo ahora unas ganas más o menos desesperadas de encontrar pareja. Pero no me puedo permitir pensar que no quiero, o no necesito, encontrar pareja. Dos años de soledad me han hecho vivir la vida de otra manera. Treinta años de soledad...”
Un beso Nicolás, gracias por compartir las lágrimas que no salen por los ojos, esas que se quedan arañándote por dentro.
Un beso Nicolás, gracias por compartir las lágrimas que no salen por los ojos, esas que se quedan arañándote por dentro.
Etiquetas: MAR DE FONDO
1 Comments:
Pues qué puedo decir... que estoy totalmente de acuerdo con lo escrito en el "post", palabra por palabra, literalmente, vaya...
Y, respecto a los comentarios, lo que puedo decir es que soy un tipo feliz. A pesar de estar solo. Ya, sé que "estar solo" no es el estado ideal en la vida... pero hay que aceptar las cosas como vienen. También me gustaría tener un "jaguar" y suficiente dinero como para no trabajar y no lo tengo y, ¿por eso voy a dejar de ser feliz? Pues lo mismo sucede con mi soledad: no renuncio a ser feliz, a pesar de que estar solo no es lo que yo desearía.
Muchísimas gracias por la cita!!!!!!!!!!!!
P.D.: esto de tener que iniciar sesión en "msn" para comentar es un rollo....
Publicado por Nicolás (http://mirandoaldesierto.blogspot.com) - 23 enero 9:32
Pero a veces sucede...que vives con tu soledad,la saboreas,te haces a la idea de que es tu compañera y de repente un día ya no te sientes tan solo...O las cosas que antes no te llenaban esos vacios de caricias y miradas,lográn hacerte sentir que no añoras nada más...Y otras veces,justo cuando pensabas resignado que siempre estarias solo y que deseabas vivir y saborear esa soledad ya que no tenias elección,entonces sucede...y aparece alguien...creo que si se sabe el color de los sueños,si se sigue soñando con aquello que sabemos nos complementaria, es más fácil esperar que en la acuarela de nuestra vida nos salpiquen gotas de pintura...Y seguro que llegan esas gotas y las reconocemos...cuando menos lo esperemos...
Publicado por Elisabeta (http://www.yalopensaremanana.blogspot.com) - 22 enero 19:34
leido. probablemente o con toda certeza nicolas tenga razón aunque no puedo evitar pensar en la soledad como la idea romantica para llegar a encontrarse a uno mismo, escuchar su silencio y como gira el mundo a su alrededor. Fuera de esto, tengo que reconocer que todos necesitamos alguien a quien hablar, adorar, besar, tocar o simplemente estar ahi para otra persona sin nigun tipo de dependencia, solo estar.
en fin, pero la vida es asi y es lo que tiene. nosotros elegimos y estoy segura que para todos hay alguien o varios en alguna parte del mundo que llenaran epocas de años de nuestra vida.
besitos
Publicado por Bridgetmanson (http://memoriasdeotto.blogspot.com) - 22 enero 14:30
Yo creo que tanto Nicolás como tú sois mucho más que lágrimas que arañan por dentro.
Un mal día, simplemente. Mañana sale el sol y se ven más cosas que sólo la soledad. Hay más.
Quizá mañana te encuentres acompañada. O quizá sea Nicolás quien esta noche se haya sentido más en compañía que otras veces. Quién sabe...no hurguemos. Dejemos que pasen cosas.
Besos...a pares.
Publicado por AnitaTormento (http://spaces.msn.com/members/latortugaveloz/) - 22 enero 0:26
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