ENVOLVIENDO CON OLAS TU REGALO
Se está bien aquí, descansando entre agua caliente, burbujeante, los ojos cerrados y Café del Mar volumen 4 de fondo, descansando del placer hasta el agotamiento que hemos tenido hasta hace un rato. Porque me agotaste. Sonrío pensando esto, que me has agotado, que he tenido que decirte basta.
Abro los ojos aspirando este aroma de romero que nos envuelve con sus vapores y te veo frente a mí, a mi izquierda, con los ojos cerrados, con mil burbujas rodeando tu cuello y con tu brazo izquierdo junto a mis pies … vuelvo a sonreír, porque esto es lo más parecido a la satisfacción hecha realidad, esta gran bañera que encontramos en Internet, dentro de esa habitación en la que tuvimos horas y horas de embriagadores roces continuos incluso antes de entrar en ella, frente a esa chimenea, en esa cama con dosel, en esa mullida alfombra de pelo largo y hasta en la hamaca … y en esta bañera, sí, la misma que ahora nos recoge a ambos lamiendo nuestros cuerpos con sus espumas burbujeantes continuas.
Recuerdo como me acariciabas hace un rato, no más, y ahora es el agua quien me acaricia. Deslizo mis nalgas y con ellas mi espalda un poco más dentro del agua, sumergiéndome casi por entero, entonces un chorro tropieza con mi entrepierna y me pilla de sorpresa, de forma automática mis nalgas huyen alejándose de aquel chorro bañera arriba, abriendo los ojos de nuevo ... sigues ahí, calmado, relajado, con esos ojos negros que me vuelven loca, cerrados.
Entonces, decidida y lentamente, vuelvo a descender en busca de ese chorro cosquilleante, abrigada por el agua que me acaricia el cuerpo casi casi como tú cuando, después de desatarte (hay que ver cómo me gustó verte así, atado), me hiciste un traje de saliva vistiendo mi cuerpo con un precioso desnudo. Empiezo a perder la paz, empiezo a perder la calma que me daba este cálido baño, empiezo a sentir como se prenden unas ascuas entre mis piernas como sólo tú las enciendes. Sube por mis entrañas un ardor que debe ser gaseoso porque se expande por dentro, acercándose a la piel, que, fronteriza, lo contiene.
Me lo has pedido tú, pero te digo que no sé hacerlo contigo a mi lado, que teniéndote cerca sólo puedo desear que toques tú, que me hagas gozar tú, que no siento nada sola si te tengo a ti cerca. Me has pedido verme buscando mi propio placer sólo para tus ojos, quieres ver cómo me acaricio, dónde me toco, cómo se mueve mi cuerpo sin el tuyo limitándole el movimiento, pero mi cuerpo no siente nada con mi propia piel, te digo, si la tuya está cerca la mía sólo entiende su lenguaje, el de nadie más, no escucha a mis dedos ni a mis manos, ensordece en cuanto tú apareces.
Te toco con un pie, abres los ojos, me miras. Y lo sabes. Porque lees en mis ojos, tienes el alfabeto con el que hablan en tu poder y sabes que el fuego me está desbordando. No te he dado nunca ese deseo de verme disfrutando sola, pero porque no sé hacerlo, insisto, cuando tengo tu piel a mi alcance, cuando sé que puedo tocar el cielo con tu cuerpo dentro de mi cuerpo, mis caricias se quedan mudas, no son capaces de hacerme sentir nada porque son modestas y se retiran ante ti, no escriben nada sobre mi piel porque nunca lo harán como lo haces tú. Y tú lo has pedido más de una vez, aún hoy, y no he podido dártelo nunca, es duro aunque no lo creas no poder darte lo que pides, porque a ti no quiero negarte nada, porque haría lo que fuera por ver el deseo pintando tus ojos y el ansia tensando tus músculos, por precipitar tu sangre atropelladamente por tus venas.
Me miras y lees que está acelerándose el pulso de mi sangre, la fiebre que sonroja mis mejillas te recuerda al comienzo del placer en mis carnes. Sonríes mientras abro las piernas que no ves, porque la espuma blanca que cubre nuestros cuerpos esconde mi pudor. Te brillan los ojos como nunca mientras enardece mi entrepierna, y mis muslos se caldean más que el agua, y el aire de mis huecos empieza a tomar vida propia intentando salirse por mi boca dentro de un largo suspiro. Me estremezco entera y conmigo todas las burbujas al tiempo, porque mi cuerpo busca con cierta desazón ese tililar fluído entre mis piernas, doblo el lomo y se mueven ese manto efervescente que protege de nuestras miradas lo que los dos sabemos que está pasando.
Al incorporarme para con mi mano atraerte hacia mí, mis pechos quedan por encima de la espuma, notan el cambio de temperatura y se endurecen rápidamente, alentados también por aquella corriente de agua que me lame delicadamente donde no hace mucho rato lamías tú. Pensar esto me azora pero me altera aún más, y tú que lo sabes casi al mismo tiempo que yo, porque lo lees en mis ojos mientras yo lo siento, te incorporas negándome con la cabeza tu cercanía como yo la pretendo, esbozándose en tus labios una sonrisa que ve cómo su deseo puede hacerse realidad. No, hazme ese regalo, dices declinando la oferta de mis brazos abiertos, de mis pechos ofrecidos. Pero te quedas a mi vera, junto a mis caderas, sabiendo que se mueven solas, escuchando atentamente lo que te cuentan mis ojos sobre el deseo que me atraviesa ya hasta la cabeza, y sobre lo mucho que prefiero tus manos sobre mi cuerpo.
La verdad es que estoy excitada sintiendo el agua rozar mi piel de esta manera, quizás tenga vida propia ese burbujeo en mis flancos o el que, rebotando suavemente en mi nuca, eriza todo la piel de mi cuello, porque me está abrasando ya por dentro la codicia de ti que me crea este chorro de agua viva, que me palpa mientras tú me miras, a ratos fuerte, a ratos lento, en los labios henchidos que esconden mis piernas.
Estás deseando tocarme, lo sé, y aún así, no lo haces. Te estás muriendo por hundirte entre mis pliegues, sí, y no lo vas a hacer. Me miras sentado junto a mi costado, y a duras penas puedo implorarte Ven, por favor pero sigues diciéndome no con tu cabeza, mientras acercas la mano que te tendí y que te atrajo al menos a mitad del camino, a mi pecho, bajo la espuma, acariciándolo con mis propios dedos suavemente. Se quiebra la luz en tus ojos, te lo juro, cuando lees en los míos que ya no hay ronroneo en mis entrañas, que me laceran esas caricias, que efectivamente siento lo que pretenden mis dedos, aun estando tú junto a mí. Continúas guiando mis manos, eres tú quien me ocupa entera a través de ellas, quien recorre mi cintura y mi vientre, quien las conduce hacia mis pechos, quien los recoge con ambas manos y los eleva haciendo asomar las puntas de mis pezones entre la espuma. Te rompes en dos en el instante en que, con mis dedos, los mueves lentamente, tú te quedas ahí, a mi lado, pero todo el aire de tus adentros se te escapa como una exhalación al tiempo que un escalofrío te cruza por entero.
Un segundo de control quizás me hizo temblar como tiemblo cuando sabes que me turbo o me inquieto, fue un leve parpadeo en el deseo, un intento fugaz de apagarse, un tiritar desazonado quizás porque temía no poder satisfacer tus anhelos … y me suplicaste, arrodillando los ojos, que siguiera, sigue sola sirena … Seguí sola porque me lo pediste, porque me quemaba dentro el deseo, porque verte ansiando ávidamente me emborracha como no te puedas imaginar de golpe, sin miramientos, y ahora estás así, hambriento, esperando tu regalo al completo, totalmente invadido por el deseo contenido que te agita la respiración y enturbia la mirada, hasta puedo saber la dureza que tienes entre las piernas y que me escondes entre estas aguas que, en tu nombre, me recorren entera por fuera y por dentro, mientras siento que me arrebatan esos remolinos burbujeantes que me acarician, que me alborota ese chorro del que quiero más, que me lleva a los infiernos el agua que abraza mis caderas, que se adueña de mí surcándome la piel con unas uñas que ha sacado desde que me enseña sus deseos de penetrarme, de comerme, de beberme entera, por fuera, y también por dentro.
Te miro, quiero mirarte, quiero irme de viaje al Vértigo contigo, siento que se acerca, que me toma de la mano y me lleva lejos y quiero llevarte grabado en mi retina, y ver la satisfacción saciada de haber obtenido tu regalo en tus ojos cuando me veas reventar de placer, sola. Se me cierran los ojos y no quiero, el calor que me rozaba y me roza entre las piernas ha encontrado una salida por mis ojos, lo ves asomarse, pero mi cuerpo no quiere que se escape, por eso los cierra, no, no quiero cerrarlos, quiero verte recibiendo tu regalo, lo quiero mientras deseo irme, y lucho por hacerlo con los ojos abiertos mientras gimo a tu lado sin pudor ya, mezclando mis jadeos con esa música del mar que suena y a través de mis oídos me penetra dentro, retumbando a su compás todas las burbujas y torrentes de agua que han decidido que me llevarán con ellas sin ti.
Y se agitan las aguas que nos abrazan de forma brusca, violenta, ya no es sólo el burbujeo del jacuzzi, no, soy yo que me convulsiono, que contraigo mi cuerpo y te abrazo a través de esa agua agitada que choca con tu cuerpo sorpresivamente, acaricio tus muslos y tus caderas y tus nalgas a través de estas olas que estoy levantando con el agua caliente que se revuelve al mismo ritmo que yo, rozo tu pecho cuando la espuma salta sobre las olas y se ciñe a él, hasta beso tus ojos cuando les salpican las gotas escupidas por esta agua agitada, lamo tus ingles con cada embestida que te lanza este cálido mar en que nos encontramos que plagia todos mis movimientos, te invado cada vez que el agua que imita mis espasmos y hasta mis jadeos intenta adueñarse de ti, no puedo evitar que mis ojos se cierren ya para ver mejor todos esos fogonazos que se prenden cruelmente una y otra vez hasta en mi estómago incendiando la oscuridad que no pretendo, llagándome por dentro y doliéndome en cada jadeo, porque duele, sí, el placer me desgarra y duele, ha sido difícil conseguirlo para ti, y duele no tenerte dentro.
Tus labios pasean por mi frente con dulzura mientras colmas mi urgencia de ti de una sola vez, irrumpes dentro de mí llenándome por completo, ocupando todo mi vacío satisfecho, febril aún. Abrazada a ti, latiéndote aún los últimos estertores de este aún candente regalo tuyo, me envuelves con tu cuerpo porque aún me estremezco, porque sabes que no quiero nada más que tenerte quieto, muy dentro.
©Glauka-2006 Envolviendo con olas tu regalo
©Glauka-2006 Envolviendo con olas tu regalo
Etiquetas: A CAMBIO DE LA INMORTALIDAD SIRENAICA
6 Comments:
Ufs glauka...genial post,y "Vértigo" de leerte y dejarse atrapar por esas sensaciones,ese momento,esa sensualidad,ese deseo brutal...y todo escrito con letras exquisitas...Me ha encantado.Besotes!
p.d: (uhms será el secreto la bañera? quiero una como esa!,jejeje) muakcccccs
ohhhh,
fantástico, de verdad, muy bien.
Perfez. Perfecto, perfecto, perfecto.
Besos. SECOS!
a eso lo llamo yo aprovechar bien un jacuzzi.uhmm... excepto la "bso" del cafe del mar,la historia me parece sensual, morbosam en definitiva, que me ha gustao.
besitos
La bañera de mi historia no es la de la foto, no me apetecía compartir algo tan íntimo (jejejejeje), pero era de ese tamaño, blanca, en un baño todo de madera, Eli, y sí, la bañera grande tiene ese no se qué, que a las sirenas al menos, nos desenfrena ...
Te dejo apagar la música Bridget si a tí no te pone, con tal de que te veas en situación, oye, a tí te lo consiento, mira tú. Pero como la historia es mía, y a mí sí que me pone, pues ahí está en principio de fondo, sonando en mi recuerdo o en mi imaginación.
Exquisita forma de describirlo, dan ganas de hacer obra en el baño ahora mismo...jejeje. Aunque claro mejor me voy a un hotel porque una de esas no cabe en mi baño, tendria que ponerla en el salón...tampoco es mala idea... ;-P
Ahora ya mas en serio, un placer volver a leerte y gracias por estar ahí
Un besazo
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