11-S

En pleno fragor lacrimógeno, tus ojos inundados e inundando los míos con palabras y miradas, se estrelló el primer avión en una de las torres.
No creía ya en ti, ni en tus palabras, ni en esos sentimientos de los que hablabas pero que yo sabía que ya no se escondían en los bolsillos de tu camisa.
Es indescriptible el dolor inmenso cuando tu mundo se derrumba, se incendia, se destruye y aniquila por completo, en esos interminables momentos en que deseas que todo sea un mal sueño y que no sea humo tóxico ese aire que inútilmente intentas respirar.
Pero la radio hablaba ajena a nuestras lágrimas y heridas, contó algo sobre un avión que se estrellaba contra una torre y tardamos un minuto largo en caer en el significado de aquello que había escupido la radio, como si tal cosa, encima de nuestra sangre.

Se cortó la hemorragia de golpe.

Escuchamos entonces que había un segundo avión, y una segunda torre que lo recibía en su vientre. Se congelaron las lágrimas que hacían cola para derramarse por nuestras mejillas. Nos miramos sin ellas de por medio.
Y soñamos con la posibilidad de reconstrucción.Podías vencer a aquella carta, y yo deseé creerte. Deseamos ganar la batalla a esa vida cruel que destruía las emociones, quizás, sólo quizás, porque descubrimos que aún podías emocionarte, y eso nos animó a creer en hadas, unicornios y Srecks.
El mundo entero se conmocionaba mientras tú y yo nos aliviamos saboreando la esperanza de nuestros besos y la humedad de aquellas lágrimas que resquemaban en esos besos nuestros.

Y no sirvió para nada.

11 de septiembre. Es un día especialmente intenso para el mundo entero. Para nosotros también. Es tremendo el individualismo. No puedo evitarlo. Lo siento.

©Glauka- 2006 11-S