UN COLLAR DE CUENTAS
Y cuando un halo de mi perfume te visita por encima de los hombros, sin verme tan siquiera, te preguntas qué haces ahora sin tenerme sentada sobre ti. Te rozan las cuentas del collar con un calmado roce, de esos que te gustan porque te encienden lentamente. En cierta manera te relajas, porque esa calma es la que tú reconoces como predecesora de la tormenta de sensaciones, es la calma que te ocupa tras la tensión de las ganas durante el tiempo en el que has deseado entrar más que por unos ojos. Son sólo unas cuentas de collar las que te rozan la espalda desnuda al tiempo que el olor a jazmín te embriaga, mientras permaneces sintiéndome tras de ti, tan sólo. Y están siempre ahí las cuentas colgando, mientras te beso el cuello ellas siguen ahí, se desparraman ahora por tu pecho al buscar con mi boca tu barbilla, llegan a rozarte más abajo del vientre, y es entonces cuando descubres que es un largo collar negro, un muy largo collar, negro azabache.
Te despierta el olor, el mío, no el perfume, mi olor, ese que desprendo cuando te deseo y que ahora mismo reconoces con más fuerza que los jazmines de mi perfume. No sé si se queda enganchado el collar entre tus piernas enroscándose y haciéndose un enredo, o si eres tú quien se engancha al collar … acudo a tu frente y por fin me siento sobre tus muslos, como deseaste segundos eternos, besándote con la mirada. Desenrosco con lentitud el collar para pasártelo por el cuello y así, atarme a ti también físicamente. Suben y bajan las cuentas solas sobre tu cuello, obedeciendo al leve movimiento de mi boca sobre la tuya, a mis ojos que escudriñan los tuyos, atando todos los sentidos desatados con este simple collar de cuentas que nos hace prisioneros a ambos, sin poder huir de aquello para lo que cada una de las cuentas de este collar nos quiere unidos, casi forzados a hacer lo que él quiera, pero queriendo hacerlo.
Un chasquido afloja nuestras tensiones rompiendo el nudo que nos une, se ha abierto convirtiéndose en una larga soga de cuentas, de cuentas de negro azabache, a juego con esas medias que alejan su tacto de tus muslos, que me levantan dejándote sólo mi espacio vacío de recuerdo grabado en ellos. Crees que te azotaré con él durante la milésima de segundo que tardas en sentir su roce en tu miembro, y durante esa milésima de segundo en que esperabas el azote te ha dolido más brutalmente que si realmente te hubiera azotado, quizás, sólo quizás, porque deseabas más el azote de las cuentas que la sorpresa de su tacto a tu alrededor. Sólo un par de vueltas cercan tu miembro, sólo un par de vueltas he conseguido fijar ahí y son sólo un par de vueltas las que te provocan este suplicio, con sus diferentes tamaños, unas más grandes, otras más pequeñas, cada una con un roce propio, diferente, que se reinventa además gracias a la tensión que le infrinjo con mis manos al tirar de esta soga negra desde toda la distancia que me permite su longitud, distancia necesaria para contemplarte así, sujeto a mí por un inmenso deseo que crece y se regurgita a merced del movimiento que mis manos les brindan a una simples cuentas negras.
“Esta chiquilla, siempre habrá tenido estas ideas o se le ocurre sacarlas ahora conmigo”, te preguntas antes de verme como un demonio que te aprieta, se acerca y afloja tu presión, vuelve a acercarse quemándote a base de cada vez más prietos tirones (¡¡¡¡ aaauuug!!!!) Te oprimen (eres un demonio), me acerco un poco, regalándote las cuentas así un pequeño respiro al aflojarse. Vuelvo a acercarme atrayendo mis cuentas a mí cuerpo, y a ti con ellas … pasa mi pierna izquierda frente a ti, en alto, ves la media negra a medio muslo, miras la media y cierras los ojos porque crees que no te harán falta -te harán falta creéme- tirando las cuentas de tu sexo al mismo tiempo que mi voz te recrimina esa huída a la oscuridad, embriagado por ese olor en celo mío que te abrasa.
Te ofrezco mi espalda: con ese hilo de cuentas sujeto tu verga gracias a ese nudo que te ahoga y te da la vida al mismo tiempo cada vez que mi mano izquierda, esa que no ves porque está junto a mi pubis, decide moverse, y, viendo que pasan esas cuentas de diferentes tamaños entre mis piernas, ahora eres tú el que tira con ligeros movimientos de pelvis, con pequeños giros de cadera diriges tú la negra cadena de cuentas entre mis labios. Luchamos ambos entonces, mientras yo tiro de un extremo, tú haces lo mismo con tu cadera, hasta crees ganar porque mi mano acepta el ritmo que tu miembro está marcando para que las cuentas, esas tan distintas en tamaño y grosor, tropiecen como tú quieres que tropiecen entre mis labios. (¿Es esto lo que quieres que haga? ¿Quieres que sea yo quien te robe el otro extremo porque ya no sabes lo que quieres, ya no sabes cómo seguir, porque quieres cubrir tu pudor con mi insolencia?) Puede, piensas que te contesto, sabes que estamos conteniéndonos, que ninguno de los dos quiere que el otro vea que siente como brutal fuego a cada una de esas bolas rozándonos, alternando, primero a ti, y luego a mí (eres tú que despiertas lo que sabía y me haces imaginar cómo es lo que aún no sé, y te escucho y te huelo y te siento).
Estás ahí con esa cuentas ciñéndote, casi atacándote, volviéndote loco (ahora viene ese "y te deseo"), por eso reúnes un puñado de cuentas en la palma de tu mano -normal que me desees- y las restriegas contra mi para que sienta lo que esas pequeñas diferencias de tamaño y grosor me hacen sentir en tu imaginación, para que sienta como ruedan haciendo círculos sobre mis labios perturbados, maltratados, cómo intentan entrar en mi lo justo, mojándose de mi todas las cuentas, esas cuentas que luego vuelvo a enroscar alrededor de tu sexo bañándolo con mi brillo, con mi aroma, con mi sabor … (¿me usarás forrado de cuentas?) y contarme esa idea en tu pensamiento inyecta vida en tu pene como un golpe de calor, bruscamente, y aflojo, y aprieto, a ese ritmo que tú estás marcando (así me gusta, que atiendas a mis necesidades de ritmo), consiguiendo controlar la intensidad de esos azotes de calor que te infringes tú mismo gracias a mis movimientos.
De forma pausada, al ritmo de tus roces, has ido reuniendo todas las cuentas, o casi todas, en la palma de tu mano, acercándome a ti claro, ya alcanzas mi cadera con una de tus manos y la estrujas para no perderme; cada vez me acercas un poco más, cuenta a cuenta, te cuesta pero te excita ese lentísimo acercamiento que consigues, porque yo me resisto, pero vas acercándome y te hace fuerte ese vencer mi resistencia forzada, porque es forzada, sí, y lo sabes, porque eso te estimula hasta reunir el valor necesario para decirme, claro y conciso, sin tapujos, “Quiero mirar entre tus piernas”, al tiempo que impides que me siente sobre ti cuando lo intento.
Eres tú quien está sentado en esa silla, con esas vueltas oprimiéndote el pensamiento, porque ahí tienes ahora todo el pensamiento, con mis caderas a tu frente, oliéndome en el aire ya de tan cerca que me tienes, quizás porque el pensamiento sueña otra manera de hacerme el amor con las cuentas (o follarte ... seguramente será follarte, que es lo que hago cuando me conmociona esa dura ternura mía reventándome las sienes), decides agacharte, yo quiero acercarme a ti, tocarte, sentir tu piel, tus piernas, pero no me dejas, te agachas impidiéndome a mi hacerlo, manteniéndome las piernas abiertas (tremendo eso) y pasas las cuentas una y otra vez mirando lo que sucede entre mis piernas, insistente en tu obsesión, viéndolas humedecerse, escuchando cómo chocan entre sí y como resbalan sobre mis pliegues. Soplas suave y escuchando mi agrado, frío pero caliente, vas introduciendo cuentas dentro, poco a poco. Mientras las metes dentro de mí, sin prisas, pasan de adelante atrás, y te deleitas con cada introducción, primero esa pequeña, luego otra más grande, y yo espero ansiosa sentir la siguiente, pero eres tú quien no aguanta (tengo que lamerte) y se escapa algún beso por donde las cuentas no entran, bajando con esos besos hacia mi entrada de cuentas para enterrarlas con la lengua, para sentirlas rozar tu lengua dentro de mí.
Pero no las has metido todas porque son muchas, quedan aún la mitad colgando cuando tu lengua acaricia toda la vulva tropezando con ese hilo que aún espera (intento meter el otro extremo por ese otro orificio, obsesión y fetiche), y te levantas, tienes que levantarte tras esa tremenda caricia con la lengua que casi me dobla las piernas, es por eso que te levantas sujetándome, porque ves que me voy a ir al suelo y no quieres eso. Ases el medio collar que ha quedado fuera de mí, amenazando con un tirón que me martiriza, no lo dices, pero lo piensas, lo sé, ya sabes que escucho tus pensamientos, y caminas de espaldas, hacia atrás, disfrutando de esos labios míos golpeteados minúsculamente al salir algunas cuentas. Yo te sigo porque no quiero que se salgan, tengo que seguirte con cuidado, la frotación es peligrosísima, se me escapan algunos movimientos delatores y sigues retrasándote con tus pasos lentamente, mirándome seguirte porque te encanta esta entrega animal, este simular mío de humillación que hace del amo que no existe el vasallo anhelante.
Te despierta el olor, el mío, no el perfume, mi olor, ese que desprendo cuando te deseo y que ahora mismo reconoces con más fuerza que los jazmines de mi perfume. No sé si se queda enganchado el collar entre tus piernas enroscándose y haciéndose un enredo, o si eres tú quien se engancha al collar … acudo a tu frente y por fin me siento sobre tus muslos, como deseaste segundos eternos, besándote con la mirada. Desenrosco con lentitud el collar para pasártelo por el cuello y así, atarme a ti también físicamente. Suben y bajan las cuentas solas sobre tu cuello, obedeciendo al leve movimiento de mi boca sobre la tuya, a mis ojos que escudriñan los tuyos, atando todos los sentidos desatados con este simple collar de cuentas que nos hace prisioneros a ambos, sin poder huir de aquello para lo que cada una de las cuentas de este collar nos quiere unidos, casi forzados a hacer lo que él quiera, pero queriendo hacerlo.
Un chasquido afloja nuestras tensiones rompiendo el nudo que nos une, se ha abierto convirtiéndose en una larga soga de cuentas, de cuentas de negro azabache, a juego con esas medias que alejan su tacto de tus muslos, que me levantan dejándote sólo mi espacio vacío de recuerdo grabado en ellos. Crees que te azotaré con él durante la milésima de segundo que tardas en sentir su roce en tu miembro, y durante esa milésima de segundo en que esperabas el azote te ha dolido más brutalmente que si realmente te hubiera azotado, quizás, sólo quizás, porque deseabas más el azote de las cuentas que la sorpresa de su tacto a tu alrededor. Sólo un par de vueltas cercan tu miembro, sólo un par de vueltas he conseguido fijar ahí y son sólo un par de vueltas las que te provocan este suplicio, con sus diferentes tamaños, unas más grandes, otras más pequeñas, cada una con un roce propio, diferente, que se reinventa además gracias a la tensión que le infrinjo con mis manos al tirar de esta soga negra desde toda la distancia que me permite su longitud, distancia necesaria para contemplarte así, sujeto a mí por un inmenso deseo que crece y se regurgita a merced del movimiento que mis manos les brindan a una simples cuentas negras.
“Esta chiquilla, siempre habrá tenido estas ideas o se le ocurre sacarlas ahora conmigo”, te preguntas antes de verme como un demonio que te aprieta, se acerca y afloja tu presión, vuelve a acercarse quemándote a base de cada vez más prietos tirones (¡¡¡¡ aaauuug!!!!) Te oprimen (eres un demonio), me acerco un poco, regalándote las cuentas así un pequeño respiro al aflojarse. Vuelvo a acercarme atrayendo mis cuentas a mí cuerpo, y a ti con ellas … pasa mi pierna izquierda frente a ti, en alto, ves la media negra a medio muslo, miras la media y cierras los ojos porque crees que no te harán falta -te harán falta creéme- tirando las cuentas de tu sexo al mismo tiempo que mi voz te recrimina esa huída a la oscuridad, embriagado por ese olor en celo mío que te abrasa.
Te ofrezco mi espalda: con ese hilo de cuentas sujeto tu verga gracias a ese nudo que te ahoga y te da la vida al mismo tiempo cada vez que mi mano izquierda, esa que no ves porque está junto a mi pubis, decide moverse, y, viendo que pasan esas cuentas de diferentes tamaños entre mis piernas, ahora eres tú el que tira con ligeros movimientos de pelvis, con pequeños giros de cadera diriges tú la negra cadena de cuentas entre mis labios. Luchamos ambos entonces, mientras yo tiro de un extremo, tú haces lo mismo con tu cadera, hasta crees ganar porque mi mano acepta el ritmo que tu miembro está marcando para que las cuentas, esas tan distintas en tamaño y grosor, tropiecen como tú quieres que tropiecen entre mis labios. (¿Es esto lo que quieres que haga? ¿Quieres que sea yo quien te robe el otro extremo porque ya no sabes lo que quieres, ya no sabes cómo seguir, porque quieres cubrir tu pudor con mi insolencia?) Puede, piensas que te contesto, sabes que estamos conteniéndonos, que ninguno de los dos quiere que el otro vea que siente como brutal fuego a cada una de esas bolas rozándonos, alternando, primero a ti, y luego a mí (eres tú que despiertas lo que sabía y me haces imaginar cómo es lo que aún no sé, y te escucho y te huelo y te siento).
Estás ahí con esa cuentas ciñéndote, casi atacándote, volviéndote loco (ahora viene ese "y te deseo"), por eso reúnes un puñado de cuentas en la palma de tu mano -normal que me desees- y las restriegas contra mi para que sienta lo que esas pequeñas diferencias de tamaño y grosor me hacen sentir en tu imaginación, para que sienta como ruedan haciendo círculos sobre mis labios perturbados, maltratados, cómo intentan entrar en mi lo justo, mojándose de mi todas las cuentas, esas cuentas que luego vuelvo a enroscar alrededor de tu sexo bañándolo con mi brillo, con mi aroma, con mi sabor … (¿me usarás forrado de cuentas?) y contarme esa idea en tu pensamiento inyecta vida en tu pene como un golpe de calor, bruscamente, y aflojo, y aprieto, a ese ritmo que tú estás marcando (así me gusta, que atiendas a mis necesidades de ritmo), consiguiendo controlar la intensidad de esos azotes de calor que te infringes tú mismo gracias a mis movimientos.
De forma pausada, al ritmo de tus roces, has ido reuniendo todas las cuentas, o casi todas, en la palma de tu mano, acercándome a ti claro, ya alcanzas mi cadera con una de tus manos y la estrujas para no perderme; cada vez me acercas un poco más, cuenta a cuenta, te cuesta pero te excita ese lentísimo acercamiento que consigues, porque yo me resisto, pero vas acercándome y te hace fuerte ese vencer mi resistencia forzada, porque es forzada, sí, y lo sabes, porque eso te estimula hasta reunir el valor necesario para decirme, claro y conciso, sin tapujos, “Quiero mirar entre tus piernas”, al tiempo que impides que me siente sobre ti cuando lo intento.
Eres tú quien está sentado en esa silla, con esas vueltas oprimiéndote el pensamiento, porque ahí tienes ahora todo el pensamiento, con mis caderas a tu frente, oliéndome en el aire ya de tan cerca que me tienes, quizás porque el pensamiento sueña otra manera de hacerme el amor con las cuentas (o follarte ... seguramente será follarte, que es lo que hago cuando me conmociona esa dura ternura mía reventándome las sienes), decides agacharte, yo quiero acercarme a ti, tocarte, sentir tu piel, tus piernas, pero no me dejas, te agachas impidiéndome a mi hacerlo, manteniéndome las piernas abiertas (tremendo eso) y pasas las cuentas una y otra vez mirando lo que sucede entre mis piernas, insistente en tu obsesión, viéndolas humedecerse, escuchando cómo chocan entre sí y como resbalan sobre mis pliegues. Soplas suave y escuchando mi agrado, frío pero caliente, vas introduciendo cuentas dentro, poco a poco. Mientras las metes dentro de mí, sin prisas, pasan de adelante atrás, y te deleitas con cada introducción, primero esa pequeña, luego otra más grande, y yo espero ansiosa sentir la siguiente, pero eres tú quien no aguanta (tengo que lamerte) y se escapa algún beso por donde las cuentas no entran, bajando con esos besos hacia mi entrada de cuentas para enterrarlas con la lengua, para sentirlas rozar tu lengua dentro de mí.
Pero no las has metido todas porque son muchas, quedan aún la mitad colgando cuando tu lengua acaricia toda la vulva tropezando con ese hilo que aún espera (intento meter el otro extremo por ese otro orificio, obsesión y fetiche), y te levantas, tienes que levantarte tras esa tremenda caricia con la lengua que casi me dobla las piernas, es por eso que te levantas sujetándome, porque ves que me voy a ir al suelo y no quieres eso. Ases el medio collar que ha quedado fuera de mí, amenazando con un tirón que me martiriza, no lo dices, pero lo piensas, lo sé, ya sabes que escucho tus pensamientos, y caminas de espaldas, hacia atrás, disfrutando de esos labios míos golpeteados minúsculamente al salir algunas cuentas. Yo te sigo porque no quiero que se salgan, tengo que seguirte con cuidado, la frotación es peligrosísima, se me escapan algunos movimientos delatores y sigues retrasándote con tus pasos lentamente, mirándome seguirte porque te encanta esta entrega animal, este simular mío de humillación que hace del amo que no existe el vasallo anhelante.
...... (mañana, más)
© Glauka 2006 Un collar de cuentas
Etiquetas: A CAMBIO DE LA INMORTALIDAD SIRENAICA
19 Comments:
Dioses! esto si que esta ardiente,me dejaste vagando entre imagenes salvajes y candentes.
Besos
Menta
Que buena manera de empezar la mañana, leyéndote (de hecho no he leído, que ya había yo topado con este relatazo en alguna parte, tanto me gustó que creí vivirlo...disculpa la sinceridad, sirena), así que ya me se el final, pero sólo por volver a leerlo de tu voluntad me voy a olvidar del mismo, mucho más excitante no querer recordar para revivirlo nuevamente, !!donde va a parar!!!!.
Me temo que me haras adicto a las cuentas, igual me llevo hoy de casa un collar (mucho más cortito que el tuyo) de cuentas que me traje de Grecia, para ir contando el tiempo hasta que cuelgues la otra parte... una manera de entretenerme, por no decir recordar (es que si recuerdo me da calores).
Besos, que me has servido de café para despertar, buena terápia la tuya que me aplico.
Pol.
(PD: si me permites, le daré recuerdos por aquí a Avatar... un abrazo chaval, allí donde estés)
Impresionante demostración de lo que se puede hacer con ese collar de cuentas que es la imaginación con lo que lo cuentas... Maravilloso, dama blanca, como siempre (llámame blando y te tiro algo).
Besos de nácar.
Pdta: Leemos lo mismo, Pol, leemos lo mismo. Así que cojo tu abrazo y te respondo con otro, desde aquí, dónde sé que te hallo aunque tú empieces cosas que yo no continúo (prometo hacerlo pronto, si es que no estás lo bastante cabreado conmigo como para pasar de ellas).
Mira que leer esto en el trabajo...
Maravilloso.
Yo creo que tengo por ahi un collar de cuentas, lo buscare pero ya.
(por Dios Galuka ¿ya empezamos econ el continuara?. Eso no se hace niña.
Besos
Por dios! Que leo los blogs en la oficina! Esto no es para leerlo a las 11 de la mañana...
Pero pienso leerlo mañana también...
Permiteme Sirena usar este entreacto para tomar un café con Avatar....
(Avatar, colega, que pasa tío!!!, un abrazo...que no hombre que no, que no estoy nada cabreado y no se me olvida ningún proyecto, pero mucho menos creo a estas alturas de la vida en que deban ser "ejecutados" en un plazo determinado si se decide hacer entre dos por placer -a ver que van a entender estos que hay entre nosotros, jajajajaja- Ambos sabemos donde andamos metidos, comprensión plena pues).
...uuuyyssss, vamos, que parece que empieza otra vez la función, no nos perdamos esa continuación... ¿Glauka????, ACCIÓN!!!!!!!!!!
(Pol ya se calla)
MENTECALIDA: Pues mañana, más y mejor. ;)
POL: Me alegro ser tu despertador. Un beso de buenos días para mañana tendrás también. Igual cae la foto, que hoy no hay manera de colgarla ... para rematar, digo.
(Tú ya eres adicto)
Y nada, en tu casa estás, habla con Avatar lo que quieras, que de vez en cuando viene a tomar café ;).
KRONOPIO: Que sería de nosotros sin imaginación, sugestión y cachondeo? ;)
AVATAR: Dependiendo de lo que me tires igual te llamo blando oye ;). jajajajajajaja!!!! Igual mañanan dejas de llamarme Dama Blanca ... no sé yo ...
CHURRA: De eso se trata, de dar ideas, que nunca vienen malamente verdad? Coge el collar de cuentas y mira a ver qué se te ocurre hacer con él.
Mañana es el final, estavez es cortita la entrega.
ELENA: Sí mujéééééé, así entonamos la mañanita de currele ... besos!
POL: Si ya decía yo que como en tu casa ya .... jajajajajaja!!! Y no, la c ontinuación mañana, vale que tú ya la conozcas, pero el resto hasta mañana, nada. Otro beso de mediodía para vos, que me apetece.
Tu lo que te has propuesto es matarnos de un subidón de deseo en el trabajo ¿verdad?
Tienes un don para subir la temperatura a base de imágenes y sensualidad en estado puro, Glauka :)
Mientras espero la continuación, te confieso que siempre he pensado que la iglesia contribuyó mucho a la idea de las bolas chinas XDDDDDDDDDDDDDDDD
jajajajjaajajajaajaj, lo de isthar es muy bueno, jajajajajajajajaja, imposible evitar el volver a entrar y dejar ¿opinión?, es reirse opinión?, pues sí, debe serlo.... vale, vale, también he entrado un poco por esos besos de sirena, venga, lo confieso.
...alé, pal super se va Pol, un mortal más (eso si, sin duda con un monton de visiones, que voy a ver cuentas hasta en los congelados... mejor no me paso por donde las olivas negras)
Besos.
....madre mía.... ahora mismo me voy a hacer con uno de esos collares.... nunca se sabe.... XD
ISTHAR: Serán cosas de la contención? Serán cosas de la mente calenturienta de las sirenas?
Qui lo sa!!! (ni idea de cómo se escribe)
Genial esa conclusión tuya maja, es estupenda. Besossssssssssss
POL: Es que Isthar es mucha Isthar ;). ¿Más besos de sirena quieres? Eso puede rayar en el pecado de la avaricia mi caro amico ... "ese collar de escándalo emocional" ¿no le es suficiente?
Petonetssssssssss!
HUMILDE: Así me gusta, con iniciativa, que las ideas luego se las lleva el viento, y hay que estar preparados. Ya nos contarás ;). Besosssssss
joer, glauka! un poco de piedad para los que estamos en el curro... :S
jajajajaja
sabes? tengo un collar de esos en algún rincón de mi habitación XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
un besote!!!
¿Por qué nos haces ésto?
No nos puedes dejar a mitad....
(Fabuloso, de verdad, y apropiado para cualquier hora del día y en cualquier sitio. ¿A que la oficina tiene así un color distinto? Fijate en tu compañera, la de la mesa de enfrente. Eso que asoma por la blusa, no es un collar de cuentas? :-P
Ufff, y dices que continua? :-)
NAJWA: Yo lo tengo a la vista, y me mira de reojoa cuando entro y cuando salgo ;). Besotes.
AHH: jajajajajajajja!!! Porque todo de golpe es mucha letra mujéééééé ... mañana la segunda y úlitma parte, con la traca final. Besossssssss y bienvenida.
AVALON: Pues sí, continúa caballero, continúa ... calentando el ambiente que vienen fríos para el fin de semana ;). Remuaksssssss
Genial...como siempre. Me satisface encontrarte activada... Me gustó volver a leerte.
¿mañana más? uhmmm...menos mal, que ya es mañana...voy leyendo el de arriba.
ALLEN: Y a mí que vuelvas!!! Un beso emorme Allen, se te echaba de menos.
DULCINEA: Has tenido suerte tú sí. Te llevas las dos entregas de una sentada ... claro que igual eso es un empacho, no sé yo ;)
Uffff engancha me tienes ya joia, que arte pa dejarnso aquí perplejos leyendo deprisa y esperando pa mañana, que ya es hoy ,porque llegue tarde.Bueno, em voy a mañana
Muak
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