LA TOSTADORA (parte V)
(Recomendación: leer La tostadora parte I- La tostadora parte II- La tostadora parte III- La tostadora parte IV)
(La forista descubre una verdad que ni él sabía, que es posible más)
NIVEL 8 – Siempre es posible más, porque sin tiempo que espera nuestra presencia en otro lugar todo es infinito en el amar.
Sin separar las miradas, incorporándonos juntos, aún electrizados pero sonrientes, tiernos y sofocados pero deseando más para que el momento no se pierda y se haga eterno. Así es como te levanto en mis brazos y te beso de nuevo, como una virgen por desvirgar, otra vez más. Esa manía tuya de reconstruir el himen para volver atrás tiene mucho de empatía, mucho más por ser capaz de recordar que ya lo hicimos una vez, y dos, y tres, y que podríamos volver a hacerlo cientos de veces más, siempre en un increscendo de experiencia que nos hace avanzar.
Te alzo sobre mi, acunada en mis brazos, con los tuyos a mi cuello, calientes ambos por el ambiente que generamos…. Y te beso como si nunca te hubiese besado, con pasión, con deseo, con ternura de un principio ya iniciado. Sonreímos, si, ambos, porque sabemos que vamos a por más, porque esta llama no se puede apagar.
Tu cabeza contra mi pecho, la mía con la mirada al frente, feliz y orgullosa de tener lo que otros no tienen. Tomo asiento donde antes decidiste empezar a placerme. Tú sobre mis rodillas, tu boca se acerca, el calor no perdido se intensifica…. Y con el beso intenso las manos se reavivan, las mías buscan otra vez tus cimas, las envuelven, una por el costado tímidamente, la otra por el frente con descaro, con vicio incluso porque se que te gusta ese contraste que hace de tus pezones distintos ante el estímulo.
Ladeada sobre mí, presionando con las yemas mi vientre, buscas abajo. Lo encuentras, mi miembro siempre tuyo, dispuesto a tu estímulo. Lo haces erecto para ti, para mi también, para ambos.
Mi boca en tu cuello, mi mano bajo tu culo, visitando el valle entre las nalgas, mi otra mano entre tus piernas ya separadas, una de ellas casi colgada de las mías, removiendo tus placeres de hace un rato, buscándolos para traerlos de nuevo, penetrando los dedos en esa incursión donde el dedo gordo queda en la cúspide y frota a cada penetración.
Tu mano entre tus piernas, bajo tu muslo, masturbando mi sexo en claro ascenso de las ganas por tenerme de nuevo adentro.
Un último beso, tu mirada sin perder, y te giras sobre mí hacia un vacío donde los pechos quedan suspendidos, donde tu cabeza se inclina para que el pelo me asfixie, donde tus manos no me sueltan la verga y la dirigen egoístamente hacia la entrepierna, hacia tu sexo más hambriento que nunca. Adicciones de los manjares más suculentos… y yo me siento encerrado en este agradable suplicio que me ofrece el momento, entre el respaldo de la silla y tu espalda, la que no puedo dejar de besar y morder, la que me tienta y llama a mis manos a poseer tu frente de mujer.
¿Ves como si era posible? ¡!Incrédula!!! Ahora puedes alcanzar ese nivel 9, si es que te sirvo en bandeja el juego.
(Ni respirar se dejan)
NIVEL 9 – Tenerte dentro es lo que más me gusta en el mundo, entonces eres mío, entonces sé, tengo la certeza, de que estás conmigo.
Veo en el espejo hacia el que hemos terminado por girar la silla. Tus manos amasan mis pechos consiguiendo casi que cierre los ojos con ese cimbreo de tus dedos sobre mis pezones. Sabes que me gusta sentirte dentro, muy dentro, con mis muslos sintiendo los tuyos bajo ellos, con tu respiración enredando mi cabello y tu lengua recorriendo mi cuello, con ese pecho tuyo abrigando mi espalda y tus manos ... ¡Dios! Tus manos derritiéndome sobre ti directamente. Subo y bajo contigo dentro, el sonido acuoso de mis subidas y mis bajadas casi provoca una aceleración que sin duda alguna nos llevaría a un orgasmo de los que más me gustan, de esos en los que te tengo dentro y fuera al mismo tiempo.
Pero es tu jadeo creciente el que, respigándome la piel, me clava ese estremecimiento que me dice que aún no. Ese "Aún no" obliga a mis piernas a izarse, doliéndome tu pérdida como ni te imaginas, me arañas en tu salida a mí, sin embargo, es de ti de quien sale un quejido. Un quejido que se torna sorpresa porque, doblando mi espalda y posando mis pies por detrás de la silla, quedo abierta para tu mirada mi vulva, jugosa, empapada, boqueante incluso -que la premura de tu salida también hace estragos en ella-, mientras mis manos asen las tuyas bajo el asiento. Las entregas raudo, el movimiento de desgaste contra tu muslo izquierdo te enloquece, sabes que busco excitarme contigo pero sin ti, y en cada vuelta hacia atrás de aquella cadera que se adelanta una y otra vez, se abre para ti cada vez más y más hinchada aquella boca salivante y casi amoratada de ganas. Entregas tus manos porque sentir mis uñas clavarse en ellas es parte de ese placer que sólo encuentras viéndome desfallecer.
No te has dado cuenta. Estas tan absorto con el paisaje que se te ofrece que no entiendes muy bien como es que mis manos se aferran a tus tobillos ahora, mientras te lamo hasta las rodillas desde allí. No te da tiempo a pensar con qué es que tus manos están sujetas al respaldo de la silla, porque el temblor que esta lengua mía te crea en esa parte interna donde se juntan tus rodillas, te nubla la vista hasta casi conseguir que pierdas de vista el espectáculo húmedo que, con su sonido, el mar trae a tus oídos. No quieras cerrarlos, no, quieres seguir mirando el rastro húmedo que ya empapa tu muslo y provoca ese chapoteo del ir y venir sobre ti, cada vez con más fuerza, con más ahínco, que te vuelve loco escuchar.
Pero los cierras. Terminas cerrando los ojos y yo lo sé. No te veo en el espejo no, que estoy demasiado ocupada con mis restregones contra ti y chupeteándote los dedos del pie cual dulce chocolate. Lo sé porque gimes sordamente. Lo sé porque relajas el muslo, y lo siento morir entre mis piernas. Lo sé porque desaparece la tensión de tus rodillas, y las siento desfallecer con mis pechos.
Me levanto dejándote bajo la uve que forman mis piernas y veo en el espejo el brillo que mis jugos han dejado sobre tu muslo, veo tus piernas aflojadas, veo tus manos pegadas a la silla. Veo mi sexo empapado, se me antoja precioso ahora. Veo mi vientre hinchado, mis pechos magnificados también, mis aureolas crecidas y hasta un poco más oscuras de lo habitual, nunca me había visto antes así, como me ves tú.
Interrumpes con un beso en las nalgas que se convierte en un mordisco. Giro la cabeza sin cambiar de posición, te miro, y vuelvo la vista al espejo. Vas regando de besos mis caderas, lamiendo el sudor que probablemente allí estaba antes de quedar tu cara frente al espejo también, a la altura de mi ombligo, junto a mis caderas. Juro que deseo tus manos sueltas ahora como ni te puedes imaginar. Sólo puedo pensar en ver cómo me acaricias allí, frente al espejo, ver tus manos hundirse en mi sexo una y otra vez, ver tus ojos mirando cómo yo miraría tus manos hundirse en mi sexo una y otra vez. Desearlo me duele tanto como que lo hicieras, me temo, porque muevo mis caderas como si así lo hubieras hecho, y estoy por apostar que el goce es el mismo.
- "Tócate" consigues articular con esos ojos que se queman de encendidos que brillan en el espejo.
Poso mi mano sobre el mar húmedo que tengo entre las piernas y muevo mis caderas hasta encajarla allí. Tú muerdes mi carne hasta el dolor porque lo que ves te gusta. Y yo me acaricio lentamente, con cierta fuerza, resbalando mis dedos dentro y fuera, sobre ese montón de carne sonrosada hasta el límite imposible, al tiempo que ondula mi espalda. Pero no es suficiente, no puede serlo.
Abandono tus ojos en el espejo, los cambio por los tuyos cercanos. Mirándote a los ojos desciendo sobre ti, insertándome sobre tu verga, buscando así lo que realmente necesito ahora y lo que tú no puedes demorar más. Una primera vez hasta el fondo, te quiero entero dentro al menos la primera vez, para calmar mi ansiedad, y luego, jugando con mis rodillas, conseguir convencerme a mí misma de jugar sólo a dejarte en la entrada, poniendo al alcance de tu boca esos pechos que intentas alcanzar y alcanzas, intentando convencerme entonces tú a mí de que te deje entrar más.
Mis manos acarician tu cuello, tu pelo, y poco a poco tu boca, mordiendo, lamiendo, chupeteando un pecho, el otro, ambos al tiempo, consigue convencerme… y te engullo de pronto sin preaviso, al tiempo que ahogo en tu boca el grito que se me escapa.
Cabalgo contigo dentro, muy dentro, como a mí me gusta tenerte, comiéndome tus besos furiosamente, mientras desesperada suelto la media que unía tus manos (ahora descubres el cómo habían sido inmovilizadas) y, sin soltarlas, las poso en mi pecho, ordenando sin palabras, sólo con el gesto, que tus manos destrocen mis pezones.
Acelerando el movimiento al compás que marcan tus manos sobre mi, tu respiración en mi boca y el olor de tu deseo que inunda el aire ... llegamos al borde superior del nivel 9.
NIVEL 8 – Siempre es posible más, porque sin tiempo que espera nuestra presencia en otro lugar todo es infinito en el amar.
Sin separar las miradas, incorporándonos juntos, aún electrizados pero sonrientes, tiernos y sofocados pero deseando más para que el momento no se pierda y se haga eterno. Así es como te levanto en mis brazos y te beso de nuevo, como una virgen por desvirgar, otra vez más. Esa manía tuya de reconstruir el himen para volver atrás tiene mucho de empatía, mucho más por ser capaz de recordar que ya lo hicimos una vez, y dos, y tres, y que podríamos volver a hacerlo cientos de veces más, siempre en un increscendo de experiencia que nos hace avanzar.
Te alzo sobre mi, acunada en mis brazos, con los tuyos a mi cuello, calientes ambos por el ambiente que generamos…. Y te beso como si nunca te hubiese besado, con pasión, con deseo, con ternura de un principio ya iniciado. Sonreímos, si, ambos, porque sabemos que vamos a por más, porque esta llama no se puede apagar.
Tu cabeza contra mi pecho, la mía con la mirada al frente, feliz y orgullosa de tener lo que otros no tienen. Tomo asiento donde antes decidiste empezar a placerme. Tú sobre mis rodillas, tu boca se acerca, el calor no perdido se intensifica…. Y con el beso intenso las manos se reavivan, las mías buscan otra vez tus cimas, las envuelven, una por el costado tímidamente, la otra por el frente con descaro, con vicio incluso porque se que te gusta ese contraste que hace de tus pezones distintos ante el estímulo.
Ladeada sobre mí, presionando con las yemas mi vientre, buscas abajo. Lo encuentras, mi miembro siempre tuyo, dispuesto a tu estímulo. Lo haces erecto para ti, para mi también, para ambos.
Mi boca en tu cuello, mi mano bajo tu culo, visitando el valle entre las nalgas, mi otra mano entre tus piernas ya separadas, una de ellas casi colgada de las mías, removiendo tus placeres de hace un rato, buscándolos para traerlos de nuevo, penetrando los dedos en esa incursión donde el dedo gordo queda en la cúspide y frota a cada penetración.
Tu mano entre tus piernas, bajo tu muslo, masturbando mi sexo en claro ascenso de las ganas por tenerme de nuevo adentro.
Un último beso, tu mirada sin perder, y te giras sobre mí hacia un vacío donde los pechos quedan suspendidos, donde tu cabeza se inclina para que el pelo me asfixie, donde tus manos no me sueltan la verga y la dirigen egoístamente hacia la entrepierna, hacia tu sexo más hambriento que nunca. Adicciones de los manjares más suculentos… y yo me siento encerrado en este agradable suplicio que me ofrece el momento, entre el respaldo de la silla y tu espalda, la que no puedo dejar de besar y morder, la que me tienta y llama a mis manos a poseer tu frente de mujer.
¿Ves como si era posible? ¡!Incrédula!!! Ahora puedes alcanzar ese nivel 9, si es que te sirvo en bandeja el juego.
(Ni respirar se dejan)
NIVEL 9 – Tenerte dentro es lo que más me gusta en el mundo, entonces eres mío, entonces sé, tengo la certeza, de que estás conmigo.
Veo en el espejo hacia el que hemos terminado por girar la silla. Tus manos amasan mis pechos consiguiendo casi que cierre los ojos con ese cimbreo de tus dedos sobre mis pezones. Sabes que me gusta sentirte dentro, muy dentro, con mis muslos sintiendo los tuyos bajo ellos, con tu respiración enredando mi cabello y tu lengua recorriendo mi cuello, con ese pecho tuyo abrigando mi espalda y tus manos ... ¡Dios! Tus manos derritiéndome sobre ti directamente. Subo y bajo contigo dentro, el sonido acuoso de mis subidas y mis bajadas casi provoca una aceleración que sin duda alguna nos llevaría a un orgasmo de los que más me gustan, de esos en los que te tengo dentro y fuera al mismo tiempo.
Pero es tu jadeo creciente el que, respigándome la piel, me clava ese estremecimiento que me dice que aún no. Ese "Aún no" obliga a mis piernas a izarse, doliéndome tu pérdida como ni te imaginas, me arañas en tu salida a mí, sin embargo, es de ti de quien sale un quejido. Un quejido que se torna sorpresa porque, doblando mi espalda y posando mis pies por detrás de la silla, quedo abierta para tu mirada mi vulva, jugosa, empapada, boqueante incluso -que la premura de tu salida también hace estragos en ella-, mientras mis manos asen las tuyas bajo el asiento. Las entregas raudo, el movimiento de desgaste contra tu muslo izquierdo te enloquece, sabes que busco excitarme contigo pero sin ti, y en cada vuelta hacia atrás de aquella cadera que se adelanta una y otra vez, se abre para ti cada vez más y más hinchada aquella boca salivante y casi amoratada de ganas. Entregas tus manos porque sentir mis uñas clavarse en ellas es parte de ese placer que sólo encuentras viéndome desfallecer.
No te has dado cuenta. Estas tan absorto con el paisaje que se te ofrece que no entiendes muy bien como es que mis manos se aferran a tus tobillos ahora, mientras te lamo hasta las rodillas desde allí. No te da tiempo a pensar con qué es que tus manos están sujetas al respaldo de la silla, porque el temblor que esta lengua mía te crea en esa parte interna donde se juntan tus rodillas, te nubla la vista hasta casi conseguir que pierdas de vista el espectáculo húmedo que, con su sonido, el mar trae a tus oídos. No quieras cerrarlos, no, quieres seguir mirando el rastro húmedo que ya empapa tu muslo y provoca ese chapoteo del ir y venir sobre ti, cada vez con más fuerza, con más ahínco, que te vuelve loco escuchar.
Pero los cierras. Terminas cerrando los ojos y yo lo sé. No te veo en el espejo no, que estoy demasiado ocupada con mis restregones contra ti y chupeteándote los dedos del pie cual dulce chocolate. Lo sé porque gimes sordamente. Lo sé porque relajas el muslo, y lo siento morir entre mis piernas. Lo sé porque desaparece la tensión de tus rodillas, y las siento desfallecer con mis pechos.
Me levanto dejándote bajo la uve que forman mis piernas y veo en el espejo el brillo que mis jugos han dejado sobre tu muslo, veo tus piernas aflojadas, veo tus manos pegadas a la silla. Veo mi sexo empapado, se me antoja precioso ahora. Veo mi vientre hinchado, mis pechos magnificados también, mis aureolas crecidas y hasta un poco más oscuras de lo habitual, nunca me había visto antes así, como me ves tú.
Interrumpes con un beso en las nalgas que se convierte en un mordisco. Giro la cabeza sin cambiar de posición, te miro, y vuelvo la vista al espejo. Vas regando de besos mis caderas, lamiendo el sudor que probablemente allí estaba antes de quedar tu cara frente al espejo también, a la altura de mi ombligo, junto a mis caderas. Juro que deseo tus manos sueltas ahora como ni te puedes imaginar. Sólo puedo pensar en ver cómo me acaricias allí, frente al espejo, ver tus manos hundirse en mi sexo una y otra vez, ver tus ojos mirando cómo yo miraría tus manos hundirse en mi sexo una y otra vez. Desearlo me duele tanto como que lo hicieras, me temo, porque muevo mis caderas como si así lo hubieras hecho, y estoy por apostar que el goce es el mismo.
- "Tócate" consigues articular con esos ojos que se queman de encendidos que brillan en el espejo.
Poso mi mano sobre el mar húmedo que tengo entre las piernas y muevo mis caderas hasta encajarla allí. Tú muerdes mi carne hasta el dolor porque lo que ves te gusta. Y yo me acaricio lentamente, con cierta fuerza, resbalando mis dedos dentro y fuera, sobre ese montón de carne sonrosada hasta el límite imposible, al tiempo que ondula mi espalda. Pero no es suficiente, no puede serlo.
Abandono tus ojos en el espejo, los cambio por los tuyos cercanos. Mirándote a los ojos desciendo sobre ti, insertándome sobre tu verga, buscando así lo que realmente necesito ahora y lo que tú no puedes demorar más. Una primera vez hasta el fondo, te quiero entero dentro al menos la primera vez, para calmar mi ansiedad, y luego, jugando con mis rodillas, conseguir convencerme a mí misma de jugar sólo a dejarte en la entrada, poniendo al alcance de tu boca esos pechos que intentas alcanzar y alcanzas, intentando convencerme entonces tú a mí de que te deje entrar más.
Mis manos acarician tu cuello, tu pelo, y poco a poco tu boca, mordiendo, lamiendo, chupeteando un pecho, el otro, ambos al tiempo, consigue convencerme… y te engullo de pronto sin preaviso, al tiempo que ahogo en tu boca el grito que se me escapa.
Cabalgo contigo dentro, muy dentro, como a mí me gusta tenerte, comiéndome tus besos furiosamente, mientras desesperada suelto la media que unía tus manos (ahora descubres el cómo habían sido inmovilizadas) y, sin soltarlas, las poso en mi pecho, ordenando sin palabras, sólo con el gesto, que tus manos destrocen mis pezones.
Acelerando el movimiento al compás que marcan tus manos sobre mi, tu respiración en mi boca y el olor de tu deseo que inunda el aire ... llegamos al borde superior del nivel 9.
EarthSe&Fire
Etiquetas: A CAMBIO DE LA INMORTALIDAD SIRENAICA
11 Comments:
El es una joyita desde luego, a mi los plomos ya se me fundieron en la cuarta parte.
Será que voy estando mayor. O que soy muy joven una de dos.
... y de cuando en cuando me paseo por tu laberinto de sentimientos, de anhelos, de pensamientos, de palabras ocultas, de vivencias pasadas, de arte, y de creatividad... a veces no puedo evitar identificarme contigo...
Dark kisses
Sabes que, sirenita...
Que me voy a esperar a que lo acabes, porque aqui hay mucha historia y más de una cosa...
Cuando llegues al nivel 10, si no se tehan fundido los plomos de calor, ya te contaré.
;-)))
Si va a tener explicación lo de que suba la temperatura del agua en los oceanos, te parecera bonito!! ;-)
XIENRA: Joyita sí que es, sí, pero, estoy segura de que también te lo puedes permitir ;). Es cuestión de ganas de que no se acabe, nada más.
LUA: Y lo que me gusta verte por aquí ... ya sabía yo de esos parecidos, ya, aunque puedan no parecer ;)
SERNOSER: Pues sí, mucha historia y mucha cosa jajajajaja sí que hay sí. Y sí, se funden los plomos en nada, que ya estamos llegando. Un beso.
AVALÓN: No había caído, pero igual estos dos tienen parte de culpa, ahora que lo dices ;)
Al borde del nivel 9, ¡¡¡que bien se esta en ese borde !!!donde todo desaparece, ahí mira ,si me quedaria yo ancladita un tiempo...queriendo y no queriendo a la vez pasar al 10,.
Besazos
Venga, no te pares ahora.
CHURRA: TÚ SI QUE SABE! QUé bien que se está ahí, en el borde del nivel 9 ¿verdad?
ACÉFALO: Ya no queda nada ya verás ... mañana llegaremos al nivel 10. Y se acabará la grata tortura ... por esta vez.
Ole, aún aguantando nivel anivel alargando el placer, aish nena te via proponer para la mejro serie de este año, ni csi ni na,"la tostadora" Espero el nivel diez con nervios..
Muak
sí, evidentemente es posible la autocombustión. Me cago en diez...
MARA: jajajajajaja!!! No sé si se admitirán series de este tipo en esos concursos ;). Ya no queda nada, el desenlace está ahí al ladito ya.
EL SANTO JOB: Te lo dije, te lo dije, que era posible ...
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