15.10.10

AMOR VIRTUAL

He dicho amor, no sexo, asique, todos los que estéis escuchando a la espera de que “amor” haya sido un eufemismo de “sexo”, podéis iros yendo.

Es que eso es lo que hacen estos dos de los que os hablo, juegan a amarse. Por alguna razón que desconocemos los tres (ellos y yo), la amistad basada en un interés común se ha acabado convirtiendo en un “esto” al que temen dar nombre. Los dos.

A veces él dice que no lo sabe, ni quiere saberlo, pero que está enamorado, y que ella no lo sabe, que no quiere ni imaginar eso de él, sencillamente porque no le conviene ni a ella ni a él. Curiosamente, siendo ella la excesiva de los dos, tiene el freno de emergencia siempre a mano, y tira de él cada vez que huele a la desesperación e impotencia acechándoles. Especialmente cuando le acechan a él, entonces se pone manos en jarra y les hace frente con una potencia que hasta la más perra de las perras protegiendo a sus cachorros envidiaría. No puede soportar la congoja en él. Quizás porque no puede controlarla, la suya sí puede controlarla, y, curiosamente, es la suya la que a él le vuelve loco, la que consigue que sea él quien aporree el timbre de alarma ahuyentando los miedos.

Se miran por dentro, se acarician el pelo y el alma, ríen y hasta lloran, juntos y por separado. Nada duele más que las lágrimas del otro, es cierto, yo lo he visto, no temen las suyas, las disfrutan, pero las del otro … esas les arremolinan furias insospechadas enturbiándoles el raciocinio.

Se aman con palabras escritas tan sólo. Dicen que juegan a amarse, pero a veces, sólo a veces, uno de los dos pasa un mal día pensando en ese “esto” suyo que les tiene tan entretenidos, y encuentra porqués que darle al otro, justificando lo que les sucede de forma lógica y entendible, y esos porqués siempre son, y eso es lo mejor, justificaciones que curen el corazón del otro, que explican porqué está el otro en este “esto” que les une. Nunca buscan explicarse a sí mismo, no, lo que quieren es evitar el dolor de la duda propia que pueda tener el otro.

Sufren entonces, cuando en soledad tiemblan acongojados sin entender qué pasa, o no queriendo entender qué pasa, y juran no volver. Pero siempre vuelven, al menos hasta hoy. Doloridos, con tiento, con cuidado, el escaso tiempo que empelan en explicar esos porqués hallados al otro, porque inmediatamente vuelven las sonrisas y el calorcito a secuestrarlos y ellos, a dejarse secuestrar.

Creyó él sentirla a ella sobre su espalda una tarde de esas acongojadas, de veras que la sintió. Quizás porque no soportaba la idea de que fuera otro hombre quien disfrutara de su mirada y su piel entonces, saber que podía suceder lo que algún día tendría que suceder le ofuscaba y arañaba el corazón, ofuscándole y arañándole aún más sentir eso, que no tenía derecho y razón, lógica.

Y ella llegó a despedirse de él con palabras racionales cuando creyó que el “esto” que les unía podía causarle el más mínimo dolor a él, le dolía el cuerpo entero despidiéndose, pero no quería que él sufriera por ella, y llegó a despedirse.

Ninguna de estas ofuscaciones tuvo éxito, ni siquiera duración porque, en cuanto están juntos, desaparecen las dudas y el dolor. Secuelas quedan, pocas, pero quedan, ya saben que duele el “esto” que les mantiene unidos.

"¿Y si te digo que te quiero?" él siempre menos previsor. Y ella sonríe, entiende sus palabras, sabe, porque lo sabe, que a veces revientan esas palabras en la boca, que durante unos instantes, se siente la inmensa necesidad de decirse, de quererse y decirlo, aunque sea verdad durante esos instantes nada más, o eso se repite, o eso le repite a él. Pero sonríe porque le gusta, porque no esconden nada, ni siquiera eso, porque saben cuando temen, cuando sonríen, cuando lloran, cuando acarician, cuando desean, cuando ansían.

“Quería tenerte físicamente” Y lo entiende, vaya que si lo entiende. No, amigos, no es eso que estáis pensando, no están buscando la manera de tocarse, besarse y comerse los ojos, por mucho que lo deseen ambos. Tienen sus códigos y se tienen físicamente, más de lo que podéis imaginar, de otra manera. El vacío de él la acompaña a ella durante la vuelta a casa, por ejemplo. Igual no lo entendéis, yo tampoco lo entendía hasta que decidí observarles. Y efectivamente es así.

Pero ya he dicho antes que se trata de amor virtual. Lo último que desean es ver sangrar al otro. Y verse encharcaría de sangre, seguro. A veces hacen planes, se verán algún día, sí, cuando ese “esto” suyo se muera, cuando no se amen quizás, más que con el afecto de un gran amigo. Hasta entonces, es imposible. No deben ni pueden ni quieren destrozarse mutuamente, para ser exactos, uno no quiere destrozar al otro por nada del mundo.
Glauka
Dedicado a los que lo habéis entendido porque lo habéis vivido. No creáis que es posible el olvido.

1.10.10

TE LO ESTÁS PERDIENDO

Sus primeras veces de absolutamente todo, sus miradas, sus pasos, sus sonrisas, sus abrazos, sus mordiscos y sus risas ... te lo estás perdiendo.

El otro día me miró de una manera extrañamente familiar, me pareció verte mirarme tras su mirada. Extraño, lo sé. Difícil, también lo sé. Pero yo no pensaba en ti y apareciste de golpe tras esos maravillosos ojos azules que me miraban.

Ultimamente te me vienes encima como una losa con demasiada frecuencia. He recordado en varias ocasiones que hacías ochenta años este mes de septiembre, terminado ya. Y que no has visto ni una sola vez esa fantástica sonrisa quitapenas que otros tenemos la inmensa fortuna de disfrutar día sí, día también. Y que tampoco has sentido un abrazo de esos que te convierten en felicidad hecha carne. No le has visto comer pepinillos a los 10 meses ni agarrar con garbo un churro bañado en chocolate, no le has perseguido a carreras por el parque o la playa ni le has llevado dormido en tu regazo. Ni has jugado a aguadillas con él en el mar o en la bañera. No le has consolado la impotencia cuando no puede hacer algo que desea hacer ni le has abrazado cuando se asusta con los ruidos extraños. Tampoco le has dejado ayudarte a caminar o a recoger los trastos. De cuentos ya ni hablamos ¿verdad?

Mi hijo no tiene un abuelo que le enseñe esas cosas que sólo un abuelo puede enseñar. Tú no puedes sentir la dicha que sólo un nieto puede darte.
Claro que mi hijo no sabe que podría tener un abuelo.
Tú sí sabes que podrías tener un nieto.
Glauka

Etiquetas:

Powered by FeedBurner