30.10.07

SERÍA FÁCIL

Sería fácil
hundirse en otros ojos,
besando.

Sería fácil
sonreír entre otras manos,
soñando.

Sería fácil
amar de nuevo,
quemar con besos
otras noches
y otros cuerpos,
rabiosamente amar,
vivir amando
siempre otros ...
Pero aún ahoga tu aliento
en el aire
con sabor a suspiro.
Sería fácil © Glauka 1991

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28.10.07

Y VAN DOS!

Y van dos pruebas superadas, a trancas y barrancas, con momentos de cierta angustia existencial y ansiedad generalizada, pero superadas al fin y al cabo: fiesta ineludible de jueves noche y fiesta de sábado noche ineludible. Vale que regresé a casa antes de lo previsible por los demás, pero aguanté hasta las 3:30 de la mañana, y creedme: no es nada fácil.
Encima he elegido el peor momento vital de la vida de la abajo firmante de todos los imaginables para hacerlo, que me lo han dicho hasta los que nunca han tenido la necesidad de hacerlo, y conocen del devenir del momento vital de una: va a ser que me gustan las tareas difíciles rayando en imposibles.
O que quiero tener justificante para cuando deje de hacerlo.
25 DIAS SIN FUMAR
Y lo que va de hoy
A pelo
Y van dos@ Glauka 2007

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25.10.07

VISITA DE MEDICO (pero de gratis)

Que llevo sin ordenador en casa otra vez nueve días.
Que madrugo para ir al dentista y al anochecer tengo rehabilitación del hombro, asique, cuando regreso a mi casa, es a dormir, directamente.
Que en el trabajo no doy abasto y el tiempo que me queda está entre poco y nada para ponerme a escribir o visitaros … elijo visitaros lo poco que puedo hacerlo.
Que la jornada laboral viene siendo superestresante en los últimos tiempos y se lleva casi toda mi energía.
Que tengo algo entre manos que consume el poquito de energía que consigo no se me desgaste en el curro.
Que ando a carreras tanto físicas como mentales, diversificando y estirando mi tiempo y mi raciocinio como buenamente puedo entre ese trabajo del que como y este “algo” que me quema entre las manos.
Que estoy bien y que no estoy bien, todo a la vez, no a ratos.
Que huyo como alma que lleva el diablo de la necesidad de tus abrazos que me arrasa en cuanto me despisto.
Que estoy muy, pero que muy cansada, pero paso muy mucho de saberlo.
Que no puedo contaros más.
Que echo de menos el calorcito que siempre hay en este mi hogar de descanso.
Que os echo de menos.
Glauka

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18.10.07

CERCA DEL CUERPO, EL MAR





















Lloran las lágrimas
y el mar respira.
Yerge sus formas coqueto
mientras acaricia mis cuentos amargos
anclados en la tarde.
Y es vivir.
¿Es vivir realmente?
No lo entiendo, no.
Empapada en sueños existía
cuando descubrí que estaban sentenciados
-seductor me mira,
presume su cuerpo-

Gozaba entre ingenuas fantasías
de ojos y besos,
de salivas cimbreantes,
a veces, entre aires golfos
(ahora marinos)
Es cuando te apeas de la vida
cuando preguntas:
¿porqué me aman?
Acaso sea entonces cuando vives,
no lo sé.
-Y el mar sigue observando,
jugando a conquistarme-.

Prisas.
Pasa a mi lado y no lo veo.
Más prisas y prisas.
¡No quiero!
Se apropian de mi mundo
casi sin dañarlo,
permitiéndole existir, en privilegio,
sólo por dentro.
¡Que no, que no quiero!
Dormitará siempre
sin rumbo en un sueño,
y acabará por morir quien sabe cuándo.
Y ya lo he dicho antes:
¡no quiero!
-
Ahora tímidamente se acerca,
quiere que toque sus curvas,
pero
no
puedo-

Vivir, sí, vivir.
No puedo explicar qué será
pero disfruto y padezco esa adicción
al vivir,
y odio el masoquismo
con que me alivia.
(quizás sea sólo eso: adicción)
-El universo besa mis dedos.
Calma, cuerpo.
Se avergüenza y huye-.


¡Ven! ¡Acércate más!
Ven y explicame qué es vivir.
Cuéntame siquiera
si en esta vida hay o no hay secreto.

Cerca del cuerpo, el mar @ Glauka
1990

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16.10.07

Deshaciéndose en lluvia al atardecer

Atardecía cuando entró en mi alma y deshizo el nudo que llevaba el día entero reteniéndome y constriñendo a mis fuerzas a empujar con un ritmo vertiginoso cargado de todos los ímpetus posibles. Necesitaba romperlo, y no sabía cómo. Hasta que dijiste:
POCAS VECES MÚSICA E HISTORIA SE ADENTRAN TANTO.


"Aplausos, Sr. Benjamin"

Aplaudo

Glauka

(Benjamin Biolay - Laisse Aboyer les Chiens)

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11.10.07

UN CAPÍTULO DEL CUENTO DE LA PRINCESITA MASOCA

Erase una vez una princesita que compartía gastos de castillo con un peazo príncipe del tres: alto, guapo, rubio de ojos verdes, cachas, y encima, ingenioso, que el desparrame de originalidad era lo que embobaba hasta la tonturriez a la princesita del cuento. Aquellos regalos en los que la creatividad sin límite del príncipe se derrochaba, aquel desparpajo ante todo el mundo mundial derrochando infinito amor, aquellas cartas, dibujos y canciones, aquel amor desbocado que se le salía por los poros sin importar quien estuviera presente, aquel deseo de compartir cada molécula de oxígeno que hubiera en el aire luchando por tener a la princesita a su vera en cualquier situación o circunstancia, la tenían encandilada hasta las trancas.
Cuando el príncipe empezó a pasar más tiempo del normal conquistando territorios ajenos para aumentar sus posesiones fue cuando la princesita comenzó a dudar si la cosa no sería al revés de como ella se venía creyendo: en lugar de ella ser la más mejor de todas las princesitas habidas y por haber apoyando a su príncipe en todas sus batallas por insignificantes que fueren, en justa correspondencia a todo el amor que él le profesaba (no olvidemos que se vino de tierras lejanas como mendigo y había logrado el cargo de príncipe por sus propios medios, vale que aquellas tierras de las que venía, luego lo supo la princesa, le eran más inhóspitas que éstas, pero eran sus tierras, y las abandonó para ir tras su princesa, nuestra princesa en este cuento) ... eso, que ¿no sería en realidad: cómo no iba a besar el suelo que pisaba ella si era la princesa más buena que existió jamás de los jamases para con su príncipe?
La duda siguió ahí asomando la nariz cuando empezó a observar que efectivamente el principe se lo curraba con nuestra princesita: exactamente lo que él quería dar, lo que le sobraba cuando ya no había nada más a qué dedicar sus fuerzas en beneficio directo propio y sólo porque necesitaba darlo para sentirse supermegaguay. No era lo que ella necesitaba recibir casi nunca ... la triste verdad fue pensada ya entonces. El tiempo en soledad en la torre del castillo daba para mucho, y si bien se empleaba en mantener reluciente el castillo, en preparar alimentos de los que le gustaban al príncipe y por supuestísimo, en ser una princesa de esas modernas que además, traen un sueldo a casa y no gustan de sellar su amor en papeles, lo cierto es que tanto batallear trajo unas ausencias tan enormes del príncipe en su castillo que le sobraba tiempo a la buena princesita para pensar y descubrir que tenía necesidades que el príncipe no tenía intención alguna de cumplir, porque exigían su tiempo, aquel que dedicaba con ahínco a sus triunfos principescos y a cuyo logro contribuía ella misma, currando como una bestia parda para la consecución de aquellos logros del príncipe que por arte de eso que llaman amor la tonta princesa hacía suyos.
Después de doce años juntos, y habiéndole dado una oportunidad aquel 11-S aciago en que el mundo empapado en lágrimas y sangre había conseguido eliminar la lucidez que había visitado a la princesa dándole puente de plata al príncipe, la princesita tuvo que operarse de la vista (en sentido real, que en el figurado tardó mucho más en hacerlo). Previsora que era ella y conociendo como conocía el percal habló con su madre y su padre y optó por trasladarse al hogar paterno tras la operación ya que su ceguera no sería más que una carga para su amado príncipe, enfrascado como estaba en una de sus siempre supermegaimportantes batallas.
A ella había que cuidarla porque estaba absolutamente ciega: además de echarle unas gotas en cada ojo cada dos horas y por supuesto, ayudarla a caminar y lo que necesitara hacer en su día a día, había que darle tranquilidad, palabras que había dejado más que claras el médico ante sus padres y el príncipe para que todo saliera bien y no se complicara, que ella por razones de su naturaleza no admitía una infección ni nada similar en el postoperatorio.
Pero el príncipe se enfadó. Bien es cierto que la acompañó a la operación abandonando para ello durante cuatro horas enteras nada más y nada menos el campo de batalla, pero, una vez trasladada al hogar paterno, las batallas se alargaban y se alargaban hasta altas horas de la noche, de modo que no encontraba el modo de contactar más que telefónicamente con su princesita. Al tercer día la princesita ya no pudo más y se deshizo en lágrimas por su continuada ausencia cuando más falta le hacía, a lo que, el príncipe, curtido ya en batallas de toda índole, sin despeinarse tan siquiera contestó con la frialdad propia del revanchista reconroso señalando con su dedo que ella no había tenido el más mínimo reparo en abandonar el hogar familiar (el de ambos) declarando a los cuatro vientos con su escapada a casa de sus padres que EL, el superpríncipe de todos los cuentos, no estaba capacitado para cuidar de ella. Ella le señaló que así era, por lo bajini, justificándolo encima, en la cantidad de pleitos y batallas pendientes que ocupaban su día a día y el poco tiempo de que disponía El para cuidar de una pobre princesa ciega.
Pero al día siguiente, rauda y veloz, regresó a su hogar de la mano de su príncipe quien sonreía eufórico -otra muesca en el revólver: había vuelto a ganar- y comiéndosela a besos clamaba por lo mucho y bien que la iba a cuidar, por lo pronto le hizo un zumo de naranja con naranjas que había comprado él mismo y todo. Después le echó las gotas y se fue a guerrear, asegurando su regreso en dos horas para echarle las gotas de nuevo a la princesita.
Pasaron dos horas, y tres, y cuatro y hasta cinco, apareciendo entonces el príncipe, con cara de circunstancias pero, eso sí, con la cena en bolsas de papel de un chino cercano. Se tragó el dolor la princesa omitiendo lo mal que lo pasó intentando echarse las gotas ella misma sin ver dónde tenía los ojos ni cuántas gotas echaba, callando que había tardado media hora entera en lograrlo porque las lágrimas que el abandono del principe le ocasionaban inundaban aquellos ojos heridos casi tanto como el corazón y el alma. Y cuando dejó ver una sonrisa tras los nubarrones que tenían ocupado al príncipe haciendo cucamonas y tonterías para compensar ... el principe marcó una muesca más en el revólver: había vuelto a ganar.
Pasaron así dos semanas en las que oficialmente el príncipe cuidaba de su princesa como el mejor tesoro del mundo, y, sin embargo, la princesa se cuidaba solita sola, para no variar, no sólo había aprendido a echarse las gotas a sí misma, no sólo había aprendido a vestirse, ducharse, acicalarse, peinarse y moverse por su casa como si viera perfectamente: hasta había aprendido a mantener el castillo en orden y a cocinar para su príncipe a ciegas. Sin proferir un sólo quejido. Sin recibir una sola disculpa. Y todos felices y contentos.
Lejos de compartir sus logros -los de ella- con el mundo, los calló bien callados sabiendo como sabía que sus logros eran las derrotas del príncipe, quien decía que las cosas no sucedían realmente hasta que su princesa del alma las decía en voz alta habitualmente (algo que aún hoy retumba en sus oídos recordándole cuantísimas veces calló precisamente por conocer ese pensamiento principesco). Asique la princesa calló, una vez más. Y se dejó engañar con peluches y besos y hasta fines de semana fuera pese a no ser regalos para ella que no veía, evidentemente, pero la verdad era tan dura y tan cruel que prefirió seguir engañada, aunque doliera como dolía de la forma más inmensa. Fue la primera vez en más de doce años que sucedía algo que la colocaba a ella en el number one de la lista de prioridades, y fue la primera bofetada que le arreó el príncipe: no obtuvo su primer puesto ni de lejos, quizás porque nunca ella había sido antes una prioridad ni para ella misma, asique ¿porqué habría de serlo para él?
El cuento continuó y continuó otros tres años llegando situaciones infinitamente más adversas que una operación de la vista a estropiciarle la vida a la princesita, exigiendo un primer puesto indiscutible en la lista de prioridades del castillo que nunca llegó .... estoy pensando que no, que "no be continued", que vamos a pegar un salto que te cagas y llegar al punto en que a la princesita se le inflaron los cojones. Es más que probable que no sea feliz y tenga demasiadas carencias pero hay días como hoy en los que llora leyendo otro cuento con otra princesa tonta de capirote que se quiere a sí misma tanto como a los gusanos de la patata, y hace memoria, y se vuelve loca sabiendo con exactitud meridiana lo que esa otra princesa siente y piensa. Y le dan ganas de arrearle con todas sus fuerzas un chute de adrenalina que la espabile que pa qué.

Pero sólo le sale contarle un cuento.

(Para MALE)

El cuento de la princesita masoca© Glauka 2007

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8.10.07

ESPIRACIÓN

Necesito Espiración,
escribir, para vivir.
Derramarme en un papel hasta quedarme seca,
derrocharme en letras desgastando el abecedario,
abrir la espita y desbocar el torrente,
tormentoso y emocionado,
que me arrasa sin miramientos
revolcándose en su fuego y su barro,
acariciándose y besándose a sí mismo,
aporreando las paredes de mis venas,
bailoteando en una orgía escandalosa,
muda, invisible, inexistente a tus ojos,
insonorizantes perfectos los míos,
contraventanas cerradas a cal y canto
que ocultan la escandalosa romería contenida.

Inspiro.
Inspiro.

Sigo con toda la inspiración rugiendo aquí dentro,
ensordeciéndome con el griterío,
aguantando la respiración una y otra vez,
mascando el bullicio vertiginoso
que el crápula jolgorio alimenta,
tragando cada soplo de aire con que,
la inspiración, emborracha los sentidos y la carne.

Necesito estar Espirada.

O deshacerme en lluvia.

Espiración © Glauka 2007

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3.10.07

BOOMERANG: DESTAPE AGAIN!!!

Que sí, que otra vez me piden que me desnude, como si no hubiera sido suficiente aquella vez la Srta Lludria vuelve a la carga pidiendo "secretos" o manías o excentricidades, ahí es nada. Y como una no tiene esa tendencia a la "obediencia" ;) y los deberes ya fueron hechos en su día al completo, pues, además de remitirme a aquella vez otra vez, haré lo que me pides, Lludria, a mi manera:

CINCO secretos pueden ser muchos, para contar, asique el quinto me lo quedo yo

CUATRO son las intenciones que tengo de abrirme, sí ...

pero en TRES se quedan, que sólo tres se me ocurre destapar (incluyendo esta intención ;))

DOS son la única familia que tengo

Y

UNA
grande, profunda e inmensa,
es la tristeza que me abraza de un tiempo a esta parte.
Glauka
(Escuchadla)

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